La directora Agathe Riedinger nos habla sobre su ópera prima, Diamante en bruto, estrenada a competición en el Festival de Cannes 2024 y que llega ahora a los cines españoles (18 de julio).
Diamante en bruto, protagonizada por Malou Khebizi, es una película sobre la falta de autoestima, el uso de la belleza para defenderse del mundo y la fascinación por los ‘realities’. Un poderoso retrato de una adolescente hipersexualizada y obsesionada por la fama a través de las redes sociales y los programas de televisión.
El monstruo de la validación en redes. “Diamante en bruto es tanto una película sobre la búsqueda del amor como el retrato de una joven que no quiere ser víctima. Por una parte, su forma de mostrarse al mundo, de vestirse y estar en las redes sociales responde a una necesidad de visibilidad para ser amada. Pero también es una mujer que, consciente del desprecio con el que se la mira, se rebela. Para los comentarios tanto positivos como negativos que recibe en Instagram me inspire en cuentas que conocía. Me interesaba mostrar la dicotomía entre el amor y el odio que puebla las redes sociales. A ella lo que le importa es llamar la atención para despertar comentarios. Es una prueba de que es visible, de que está y existe. Pero también quería mostrar el vértigo que crea el amor en las redes. Es un monstruo que se autoalimenta y la motiva, que la lleva a pedir más”.
Cirugías que esconden problemas. “Liane se sirve del maquillaje como una pintura tribal, lo emplea casi de forma prehistórica. En cuanto a la cirugía estética, no la juzgo, pero sí apunto a su uso desaforado, y eso es responsabilidad de los médicos, a los que no les importa la edad de las pacientes ni sus razones. En el caso de nuestra protagonista, responden a una inmensa fragilidad y desesperanza. Está intentando esconder un problema. Las intervenciones son cada vez más accesibles y las jóvenes, más jóvenes. La actriz que le da vida, Malou Khebizi, no comparte para nada el físico de Liane, pero sí la determinación, el sentido de la justicia y las ganas de hacerse valer. Puso su rectitud al servicio del personaje. El casting para elegirla fue durísimo. Vi a unas 600 personas y tardé ocho meses en decidirme”.
Un guiño a La isla de las tentaciones. “Consumo muchísimos realities. Desde siempre. Me interesan sumamente por el aspecto sociológico y conforme los voy siguiendo, acabo sintiendo que sus protagonistas forman parte de mi familia. Me siento muy cerca de los candidatos y de las candidatas, los sigo en redes sociales, porque necesito verlos para ver cómo están, cómo evolucionan. El reality al que se presenta la protagonista de mi película, Liane, se basa en varios de los que veo, pero está más cerca de La isla de las tentaciones”.
