Antón Álvarez (C. Tangana) debuta como director en ‘La guitarra flamenca de Yerai Cortés’: «No somos conscientes de la grandeza del flamenco»

Antón Álvarez

La primera película dirigida por el artista conocido sobre todo como C. Tangana es el emotivo documental La guitarra flamenca de Yerai Cortés, acercamiento a la ardua vida y la apabullante música del guitarrista que le da título.

Por Nando Salvá

Justo un año después de presentar en el Festival de San Sebastián el documental sobre su gira, Esta ambición desmedida, entonces como C. Tangana, este año, Antón Álvarez regresó a Donosti a debutar como director con otro documental y sobre una pasión personal: el flamenco. El cantante habla de sentirse intruso en el mundo del cine, pero confiado y con ganas de seguir en este arte de alguna forma. Veremos de cuál.

Dices que ya no te sientes representado por el seudónimo C. Tangana, y has firmado esta película con tu nombre real, Antón Álvarez. ¿Deberíamos dar a C. Tangana por muerto?

No lo sé. He usado seudónimos desde los 14 años, me resultan inspiradores. Es cierto que C. Tangana dejó de representarme, porque no me representa nada que no esté conectado con mi momento más rabiosamente presente. Tengo muy claro que buena parte de lo que soy se lo debo a C. Tangana, pero para mí es imprescindible mantenerme original. Creo que nunca dejaré de hacer música, pero ahora no tengo ningún proyecto musical, y me encanta.

¿Por qué una película ambientada en el mundo del flamenco?

Porque estoy enamorado de esa música, siento una conexión con ella que me resulta indescriptible. No somos conscientes de la profundidad y la grandeza que tiene el flamenco, y de la suerte que tenemos nosotros que lo podemos entender de cerca. Y estoy muy agradecido a Yerai, que me cogió de la mano y me adentró de lleno en él.

¿Cuándo empezaste a interesarte por el cine?

Yo siempre me he creído un artista nato, desde que tenía seis años, y mi exceso de confianza me ha llevado a sentirme capaz de ir saltando de una disciplina artística a otra; supongo que mi intrusión en el cine es un intento de convencerme de que esa versatilidad es algo real y no una mera ilusión por mi parte. Me gustaría estudiar cine, pero esta película, como casi todo lo que he hecho, es producto de la intuición.

¿Te has sentido a gusto tras la cámara?

Me he sentido un poco intruso haciéndome pasar por cineasta. Y estoy muy agradecido a la gente del cine, que me han recibido con los brazos abiertos a pesar de que tenían razones para pensar: “¿Y qué puta idea de cine tendrá este tío?”. En la música somos mucho más prejuiciosos. Si un actor saca una canción, todos los músicos le miramos por encima del hombro.

Mientras completabas la película, ¿en algún momento te sentiste sobrepasado?

Constantemente. He tenido que comprender que no sé contar una historia de manera cinematográfica, y que no tengo nociones sobre cómo colocar y mover una cámara, sobre iluminación y otros aspectos técnicos. Todo el proceso ha sido como golpearme una y otra vez contra un muro. Y sí, estuve a punto de abandonar la película muchas veces. Ahora, en cambio, tengo muchas ganas de empezar la siguiente.

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