De James Bond a Érase una vez en… Hollywood, pasando por El gran Lebowski y Sexo en Nueva York. Cuando el cine y la televisión elevan los cócteles a otro nivel.
Por Roberto Rechioni
Cierra los ojos e imagina que estás en una coctelería con un buen barman detrás de la barra. A tu alrededor, gente guapa a la que, por qué no, quieres impresionar. Una buena forma de conseguirlo es pedir algo sofisticado que a la vez te sirva de excusa para empezar una conversación. Y aquí es donde entran el cine y la televisión, porque hay bastantes cócteles que se han hecho famosos gracias a películas y series.
Empecemos por el clásico de los clásicos, el Vesper Martini, inventado por Ian Fleming en la novela Casino Royale, y que su James Bond hizo famoso pidiéndolo “agitado, no revuelto”. Aunque, bueno, eso de que fuera Bond no es del todo cierto, ya que, en la primera película de la saga, Agente 007 contra el Dr. No (1962), no la pronuncia nuestro héroe sino su némesis, el Dr. No. Para escucharlo de boca de Sean Connery habría que esperar hasta 1964, en Goldfinger. En cualquier caso, para preparar un Vesper Martini pondremos en una coctelera tres partes de ginebra, media de vermú (normalmente Cocchi Americano) y piel de limón. Lo agitamos bien y servimos en una copa de Martini con un chorrito de limón. Es una bebida de cierta sofisticación, aunque, para mí, no es de las mejores dentro de la amplia familia de tragos de Martini y sus variantes.
Si quieres parecer una persona más relajada y menos estirada que Bond, tu cóctel es el White Russian (de El gran Lebowski). En un vaso con hielo, pon 50 ml de vodka (mejor si es ruso) y 20 de licor café. Añade 30 ml de nata líquida montada y remueve lentamente. La bebida había caído prácticamente en el olvido hasta que Jeff Bridges la puso de nuevo de moda.
Y pasamos a un clásico entre los clásicos americanos, el Old Fashioned. Pocos cócteles en la historia han caracterizado a un personaje de forma tan acertada, hasta el punto de que hoy en día es prácticamente lo mismo decir “old fashioned” que “Don Draper” (Mad Men). Su preparación, relativamente sencilla, requiere sin embargo de cierta pericia. En un vaso tipo Old Fashioned (por supuesto), pon un terrón de azúcar, satúralo con un par de gotas de angostura, machácalo con un mortero y mézclalo con una lágrima de agua sin gas. Añade una primera ronda de bourbon y hielo, remueve, echa más hielo, luego más bourbon y, por último, piel de naranja. La guinda del pastel es una cereza al marrasquino. ¿Es un trago para todos los paladares? Para mí, no. Aunque, si vas de macho tóxico y traumatizado –y eso sí, tremendamente guapo–, no tienes muchas más opciones. Es tu bebida.
Y ahora, pasemos a cócteles más ligeros. ¿Qué tal un Cosmopolitan para beber con Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda? La receta que suele hacerse es la de Cheryl Cook, una camarera del bar The Strand, en South Beach, que la popularizó en la primera mitad de los 80.
“El Martini era tendencia. pero a las chicas, más que beberlo, les gustaba que las vieran con copa en la mano. Esto me dio la idea de crear un cóctel más fácil, que pudiera servirse en la misma copa. Eché Absolut Citron, una dosis de triple seco, una gota de Rose’s Lime y suficiente arándano rojo para hacerlo deliciosamente rosa. Serví mi primer Cosmopolitan en 1985. Al cabo de 30 minutos, todo el bar tenía un Cosmo en la mesa”.
Así es como se creó, aunque tómalo con cautela, como todos los cócteles famosos, el Cosmopolitan tiene muchos padres y madres. Pasemos por fin a mi favorito, el Bloody Mary, que es fácil de ver en las mesas del complejo vacacional de los Catskills, el telón de fondo de Dirty Dancing (1987). Un escenario similar al que vemos en la segunda temporada de La maravillosa Sra. Maisel, de Amy Sherman-Palladino. Y también Cliff Booth, el doble de acción que Brad Pitt interpretó en Érase una vez en… Hollywood (Quentin Tarantino, 2019), habrá tenido algo que ver en esta nueva vida que está experimentando.
Como siempre, la leyenda se apodera del origen de estas bebidas icónicas, pero en este caso sí parece comprobado que, en 1921, fue el barman francés Fernand Petiot, en el Harry’s Bar de París, quien, al vodka con zumo de tomate, ya popular entonces, le añadió pimienta negra, cayena, sal, salsa Perrins, zumo de limón, hielo picado y apio.
¿Y si no bebes alcohol? Muy fácil, te tomas una Pepsi, lo que pedía la nueva generación en los 80, como Michael J. Fox en muchas de sus películas y en algunos anuncios geniales.
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