Berlinale 2025: ‘Mickey 17’, el Caballo de Troya antiimperialista de Bong Joon Ho

Mickey 17

★★★★

Mickey tiene que huir de la Tierra y decide unirse a la misión colonizadora del visionario charlatán Kenneth Marshall como un “prescindible”, el último eslabón de la pirámide de esta nueva sociedad que quiere encontrar un nuevo mundo en un lejano planeta helado. Es el último eslabón, pero como suele ocurrir de prescindible no tiene nada, es alguien absolutamente necesario para llegar a hacer habitable para los humanos ese lugar.

Mickey es usado como conejillo de indias para salir a ese mundo de hielo, poblado de unos extraños monstruos, cada vez que sale ahí fuera muere de una dolorosa e incierta manera. Y cada nuevo día, Mickey renace a partir de una dolorosa forma, a través de una impresora humana que le escupe sin piedad. Sólo hay una norma no pueden convivir más de un Mickey en el mismo tiempo. Y eso falla: a Mickey 17 lo dan por muerto, pero no muere y cuando regresa a la nave, Mickey 18 ya ha nacido. El aspecto es exactamente el mismo, pero el carácter es absolutamente distinto y lo dos Mickeys lucharán por su supervivencia y por el amor de Nasha.

Así ese el arranque de la última película del director fenómeno, el autor coreano que sacudió la industria y la taquilla en 2019 con Parásitos. Bong Joon Ho parte de la novela de Edward Ashton, Mickey 7 y expande las clonaciones y también el universo de para llevárselo al suyo propio. En Mickey 17 está todo lo que al surcoreano le gusta, ama y que han hecho de su cine algo imprescindible en la cultura actual: ciencia-ficción, monstruos, humor, sátira y crítica socio-política. Y, además, ha vuelto a rodar en inglés.

Mickey 17

Está cargada de disparos al corazón de la gran industria en la que Bong Joon Ho sigue teniendo un sitio afortunadamente para todos. El afán colonialista e imperialista de las sociedades actuales, de EE UU, queda absolutamente retratado y ridiculizado. No le hacen falta sutilezas aquí, no hacen falta para qué, si la realidad ya es bastante esperpéntica. El papel de Mark Ruffalo no esconde para nada su inspiración, Kenneth Marshall tiene un ligero color anaranjado de piel, sus seguidores llevan gorras rojas, habla siempre con hipérboles y no le avergüenza su ambición colonizadora sacrificando a los que él considera débiles y creando una sociedad de elegidos y superiores.

La crisis climática por supuesto está ahí desde el principio, huyen de la Tierra porque nuestro planeta ya no es habitable, demasiada gente, mundo irrespirable, y sólo van a otro los privilegiados y los dispuestos a sacrificarse para sobrevivir. Los ricos contra los pobres. La diferencia de clases, otra crítica habitual del cine de Bong, está aquí marcada en las jerarquías de la nave espacial y también fuera. Esos monstruos ruidosos e informes, alienígenas, que no consideran seres vivos, que son reflejo de todos esos pueblos oprimidos en el mundo hoy. ¿Por qué no convertir un lugar horrible, helado en un resort paradisiaco? Se parece mucho a esa idea del presidente de EE UU de convertir Gaza en un resort vacacional.

Por todo esto, y a pesar de que Mickey 17 quizá se alargue demasiado y pierda la fuerza inicial de su premisa y propuesta, hay que aplaudirla y celebrarla. Que Bong, desde dentro de Hollywood, con algunas de sus grandes estrellas como compañeros, Robert Pattinson, en el papel de los múltiples Mickey (está brillante, por cierto, tímido e impertinente), Mark Ruffalo en el de eso tecnobro imperialista, Toni Collette como su más ambiciosa y superficial e insensible mujer, estrene esta película por todo lo alto es un éxito que hay que agradecer.

Y, además, con esos toques suyos tan personales, esos pequeños momentos de humor con los que siempre intenta aligerar sin perder el sentido (como ese grano explotado antes del enésimo renacimiento de Mickey). Y esa siempre búsqueda de luz en tanta oscuridad. El director no es pesimista a pesar de todo. Y esto va de intentar encontrar felicidad. Así que sí, ¡viva Bong! ¡Y vivan sus Mickeys!

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