Cannes 2023: Scorsese sigue arriesgando en ‘Killers of the Flower Moon’

Scorsese

A sus 80 años, el director ha demostrado que no piensa acomodarse dándole un giro al western y poniendo el foco en el lado correcto de la Historia.

Por Irene Crespo

Fue DiCaprio el que le llevó el libro de David Grann, Los asesinos de la luna, a Martin Scorsese. Un trabajo de investigación literaria que relataba el reino de terror en el que vivió la tribu de los Osage en Oklahoma en los años 20 del siglo pasado. Eran los habitantes más ricos de EE UU gracias al petróleo que encontraron bajo su suelo, pero la avaricia de los blancos les condujo a una auténtica tragedia con decenas de asesinados para quedarse con su dinero o los derechos sobre esas tierras. El caso, que tardó mucho en resolverse y no encontró a todos sus culpables, animó la creación del FBI y al éxito de su súper jefe, J. Edgar Hoover.

Justo ahí, en esos hombres blancos trajeados salvando al mundo, en principio, encontró Scorsese su primera premisa. Y, de nuevo, fue el propio DiCaprio el que un día le preguntó: “¿Dónde está el corazón de la historia?”. Se dieron cuenta de que no estaba en los mismos de siempre, sino que estaba en la historia de amor entre Mollie Burkhart y su marido, Ernest. Sobre todo, en él, el personaje del que menos se sabía de aquel gran misterio. Y a partir de él se preguntan por el origen de la violencia, de la crueldad, de la maldad y el odio.

Scorsese le ha dado así la vuelta a la novela y, de paso, al western y a su cine de gángsters. No estamos ante otra historia más de hombre blanco salvador, pero tampoco ante una que fantasee con la maldad y crueldad de los hombres. Los humaniza, no son personajes esquemáticos, pero no los glorifica. Robert De Niro lo dejó muy claro en la rueda de prensa: “No entiendo a mi personaje”, dijo en la rueda de prensa sobre su William Hale, un hombre respetado en la tribu Osage hasta que deja de serlo. “La gente hace cosas, tenía que ser encantador para convencerles. Por un lado, es sincero… por otro… Es la banalidad de la maldad”.

Killers of the Flower Moon (por ahora, mantiene oficialmente su título en inglés) es una película larga, pero emocionante y que no aburre, Scorsese ha puesto el foco en el pueblo Osage, en devolverles el foco y la justicia debida a través del personaje de Mollie (veremos a Lily Gladstone en una impresionante carrera de premios, seguro), estoica, enferma, hablando en sus miradas en sus sutiles gestos, pero también a través de todos esos secundarios y extras que son miembros de la propia tribu, descendientes de quienes padecieron esa masacre.El equipo, de hecho, pasó mucho tiempo con ellos, Marty, sobre todo, y eso se nota.

Nos reunimos con ellos, nos contaron, nos enseñaron sus rituales… Fueron momentos muy emocionantes. Nos enseñaron sus valores sobre amor, respeto, amor de la tierra… Me reorientaron en mi propia vida para entender nuestro lugar en el mundo”, dijo el director que no competía en Cannes desde Taxi Driver.

Apuesta ganada

Estamos ante un Scorsese quizá más libre que nunca. Por ese giro que decidió dar a la historia. Por ese metraje de tres horas y 26 minutos. Por ese final emocionante. Y en la rueda de prensa de Cannes lo confirmó cuando le preguntaron si aún se podía arriesgar a sus 80 años. “¿Qué más puedo hacer?”, se rió y la sala con él. “¿Qué quieren que haga? ¿Algo cómodo? ¿Que me siente en el set, pegado a la calefacción? Esto era una gran apuesta”. Y la ha ganado. Él y DiCaprio (más oscuro que nunca con ese mentón à la Brando) y DeNiro (pasándoselo muy bien a pesar de no ser capaz de entender todo lo que hizo su personaje). Y Gladstone.

Es una de esas películas que llamamos importantes, porque estamos ante el Maestro haciendo lo que mejor sabe hacer y más allá. Y porque ha hecho justicia. Algo.

 

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