Sebastian Stan encarna a Donald Trump en el filme de Ali Abbasi que ha enfadado, como se esperaba, al político.
Por Irene Crespo
“No existe una manera amable y metafórica de lidiar con el fascismo. Es hora de hacer películas relevantes. Ya es hora de hacer películas políticas de nuevo”, dijo el iraní Ali Abbasi después del estreno de The Apprentice y los ocho minutos de aplausos que recibió en la gran sala del Palais.
Y, sin embargo, uno dudaría hasta dónde llega su compromiso con The Apprentice, si la película glorifica al ex presidente o si le abriera los ojos a alguien sobre el personaje peligroso que es. Todo lo que cuenta el filme se saba, es conocido, aunque Trump corra a decir que es “basura” y “pura ficción”, antes de amenazar con las acciones legales que se esperaban. “Hasta los monstruos más odiosos de la historia han sido amables con alguien alguna vez, también tuvieron sentimientos y la intención aquí era deconstruir la imagen mitológica de Trump y bajarlo a la tierra. Si hay una misión catártica en esta película es la de buscar la humanidad detrás del icono”, explicó Abbasi, acordándose de aquel lío en el que se metió Lars Von Trier intentando defender a Hitler en el festival en 2011, siendo después expulsado.
A lo largo de casi todo el metraje, Abbasi se controla en la presentación de este hombre que pone en peligro el mundo guiado por su ego, pero hay detalles, escenas en los que el director no se ha cortado: la ya muy comentada escena de violación a Ivana, su primera esposa; y una operación estética; además, de todos esos pequeños gestos que el actor, Sebastian Stan, va incorporando poco a poco con brillantez hasta convertirlo en la caricatura actual que es.
El director de Border (2018) y Holy Spider (2022) invitó públicamente en la rueda de prensa a Trump a que se conocieran y viera la película. “No creo que le disgustara. Creo que se sorprendería. Me ofrecería a ir donde me dijera y hablar del contexto de la película, verla y charlar después… si eso le interesa a alguien en la campaña de Trump”.
Y vaya si les ha interesado, aunque no para verla, sino para amenazar con sus habituales denuncias y aprovechar el foco para enfangar un poco más la actualidad. Si algo cuenta el filme es cómo este donjuán, criado bajo el ala de un padre autoritario, se independizó y apostó fuerte apoyado por el oscuro y mafioso personaje del abogado Roy Cohn (interpretado por un Jeremy Strong siempre al borde de su método). Es el origen del fango que acabó llevándose por delante incluso su amistad con el propio Cohn.
Strong, que no pudo acudir a Cannes porque está representando en Broadway la obra An Enemy of the People (Un enemigo del pueblo), mandó una carta que leyó Abbasi en su nombre. “Un enemigo del pueblo es una frase que ha sido usada por Stalin, Mao, Goebbels y, más recientemente, por Donald Trump cuando denunciaba a la prensa libre y llamaba a CNN, NBC, ABN, CBS, The New York Times ‘medios de noticias falsas”, y continuaba acordándose del personaje. “Estamos experimentando la larga y oscura sombra de Roy Cohn: su legado de mentiras, negación, manipulación y desprecio por la verdad”.
NO ES ‘SATURDAY NIGHT LIVE’
En la rueda de prensa, director y actor también se extendieron en la transformación de Sebastian Stan en Donald Trump. En cómo era fácil caer en “la imitación de Saturday Night Live”. “Todavía no sé cómo no hemos caído ahí, era muy fácil pasar esa línea tan fina”, dijo Abbasi. Peor el concienzudo trabajo de Stan durante meses, todos los días de la semana, día y noche viendo entrevistas, vídeos de Trump de los años 70 en los que empieza y hasta hoy le ayudaron a componer este trabajo en el que ayuda mucho para su credibilidad la elección del director de apostar por la estética televisiva de esa época. “Esa era la intención, queríamos embeber el material de archivo del momento de manera invertida a la técnica habitual de Stanley Kubrick y Paul Thomas Anderson”, explicó. Ayudándose así de las cámaras para mostrar la decadencia del personaje.
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