Cannes 2025: ‘Enzo’, tierno despertar político y sexual

Enzo

Inauguración de Quincena de cineastas en Cannes, Enzo, el filme póstumo de Laurent Cantet, que coescribió con Robin Campillo y ha dirigido este último, es un coming-of-age sobre el deseo y el despertar de clase.

Enzo no tiene aún 18 años, pero ya trabaja en la obra. Acaba de empezar y sus compañeros se ríen de él por lo que le queda por aprender. Su jefe, enfadado, le lleva un día a casa para hablar con sus padres y descubre que Enzo no tendría ninguna necesidad de trabajar como obrero, ni siquiera de trabajar. Vive con sus padres (una pareja ideal, guapa, lista, divertida, formada por Pierfrancesco Favino y Elodie Bouchez) y su hermano mayo en un chalet de lujo de la Costa Azul. Trabaja como aprendiz de albañil porque ha querido, porque se siente vacío en la vida que llevaba, no se le daba bien el instituto, no quería estudiar. Le gusta dibujar y dibuja bien, pero tampoco le apetece un futuro por ahí. Le gusta estar en la obra con sus compañeros, todos inmigrantes de distintos lugares.

Dos de sus compañeros, unos veinteañeros ucranianos, le invitan a salir de fiesta. Enzo parece en ese momento empezar a despertar de un aburrimiento y timidez patológicos.

Se aleja cada vez más de la vida de privilegio en la que ha vivido, de la burbuja en la que podría vivir. Rechaza esa vida, ese entorno y ese es el primer gesto político y social que hace como persona casi adulta. También un gesto muy único para ver en el cine y que fue idea, inspirándose en él mismo, de Laurent Cantet.

El celebrado director de La clase llevaba años trabajando en esta historia, en este personaje, quería analizar la juventud de hoy, abierta al deseo, a la experimentación, que se siente más libre, que tiene más ganas de emanciparse. Cuando Cantet se enteró de que estaba enfermo de cáncer compartió con Robin Campillo (120 pulsaciones por minuto) algunas historias, entre ellas esta de Enzo, a Campillo le encantó, tenía muchas de las sensibilidades y gustos que le gustan y que ambos cineastas y amigos compartían.
Trabajaron juntos en el guion y la preproducción, Campillo se ofreció a ayudarle y acompañarle, pero sólo dos días después de haber decidido los dos actores (no profesionales) principales, Cantet murió.

Antes de ese momento Campillo le pidió permiso para acabar la película y ahora Enzo la firman los dos como guionistas. Y en ella se ven trazas del cine de ambos, de los impulsos de deseo, los gestos sutiles que demuestran atracción y amor, encontramos también la historia queer y, por supuesto, la mirada analítica de clase.

Los personajes de Enzo se salen de la norma en este tipo de películas de despertar adolescente. Desde el propio protagonista rechazando su privilegio a Vlad, su colega ucraniano, un hombre duro, pero lleno de ternura.

La locura del mundo y la guerra de Ucrania sobrevuelan toda la historia para colocar de nuevo en su sitio a Enzo y a los demás. Pero también para comprender un poco mejor el contexto en el que crecen estos chicos intentando, como todos, simplemente encontrar su sitio.

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