El octavo (¿y último?) capítulo de la saga, Misión imposible: Sentencia final se estrenó en el Festival de Cannes con aplausos al principio y al final.
Si el mundo se acaba, sólo podemos confiar en Ethan Hunt. Si el cine se acaba, siempre podremos contar con Tom Cruise. No podemos negarlo, se ha sacrificado en cuerpo (mucho) y alma por el cine espectáculo ese que parece el único capaz de seguir salvando las salas, las grandes pantallas, para que muchos otros, con menos recursos que él, también lleguen.
Elegir. Aceptar. Buena suerte. Tres elementos que hacen falta. Elegir hacer el bien. Aceptar tus decisiones y tener buena suerte. Elegir. Aceptar. Buena suerte. Cuatro palabras con las que los coguionistas de Misión imposible: Sentencia final han descifrado el adn de la saga. Cuatro palabras que recorren esta última aventura en la que Ethan Hunt debe reunirse una vez más con su equipo de confianza para salvar al mundo de La Entidad. La amenaza de la inteligencia artificial apoderándose del mundo para destruirlo después. Un inmenso villano, el más grande hasta ahora quizá que exige que el agente secreto se embarque en peligros hasta ahora inexplorados.
Porque si la pregunta es si Tom Cruise lo ha vuelto a hacer, si se ha vuelto a superar en sus acrobacias adrenalínicas… La respuesta es un gran sí. Por mar y aire esta vez. La secuencia submarina y la del biplano entrarán en el top 10 de las mejores escenas de Misión imposible y también del cine de acción.
Una vez más, es él contra los elementos, gravedad cero, vientos a altísima velocidad, él solo bajo el agua, dando vueltas. Él solo, incluso, como contó el director Christopher McQuarrie en su charla en Cannes, manejando la cámara porque es el único que se juega el tipo así.
Disfrutar, angustiarse y aplaudir esas escenas y ver cómo saldrán vivos todos de alguna interesante encerrona, aun así, tiene sus momentos bajos a lo largo de las dos horas tres cuartos en las que echan mano de nostalgia y de repetición, flashbacks de las antiguas películas asaltan una y otra vez, la misión y lo que deben hacer masticadito (¿es que no se enteran?). Han intentado jugar la baza de la nostalgia mostrándonos momentos claves de las siete anteriores películas, incluso con visitas de personajes del pasado (aquí, sí hay alguna buena idea), pero no consiguen que eso sea suficiente para emocionar.
¿Las decisiones del pasado son el resultado del presente? Hunt se martiriza con lo que hizo y por eso necesita una última oportunidad para salvar el mundo y quizá redimirse a sí mismo también de toda la gente querida que perdió por el camino. Pero, sobre todo, lo hace por los que no ha conocido aún. Por el futuro. Empatía, solidaridad y bondad hacia los que vengan, para que sigan viniendo. El mundo está amenazado, está cambiando, la verdad está desapareciendo. Y el cine, también amenazado, salvado por él y su equipo, por una película que lo apuesta todo al espectáculo. Y el espectáculo funciona. Debe continuar. Siempre podemos contar con Tom Cruise.
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