Berta Castañé. La vida decidió por ella cuando, con 11 años, empezó su carrera en el mundo de la actuación, un trabajo que terminó por encantarle. Desde entonces, la catalana no ha dejado de ligar proyectos hasta protagonizar Sigue mi voz, la nueva película adolescente que, a través de un romance juvenil, nos habla de la pérdida, los traumas y la superación personal, y a la que seguirá la serie Zoomers, retrato de la generación Z. Por Enid Román Almansa.
Hay quien se pasa años persiguiendo sus sueños y a quien se le aparecen cuando todavía no le ha dado tiempo ni a soñarlos. El caso de Berta Castañé (Sabadell, 2002) es el segundo. Tenía tan solo ocho añitos cuando empezó en el mundo del modelaje y 11 cuando, sin ella buscarlo, tuvo su primer trabajo como actriz en la serie Bajo sospecha. Aunque, por aquel entonces, claro, no supiese del todo que aquello era un trabajo. “Había gente que iba a clases de baile o a clases de fútbol, yo iba a rodar”, cuenta sobre aquella primera experiencia que ella entendía como una extraescolar y que recuerda casi como un sueño. Un “pasatiempo increíble”, como lo describe ahora, que 12 años más tarde y por “casualidades de la vida” ha acabado convirtiéndose en lo que hoy puede decir que es su profesión.
“Nunca fue una elección premeditada… La vida me lo puso delante y después me gustó”, admite de su corta pero imparable carrera, pues que este camino se le apareciese antes de que pudiese contestar a la pregunta de “¿qué quieres ser de mayor?” no quiere decir que no sea la dirección que habría acabado tomando. Y la lista interminable de proyectos en los que ha aparecido lo demuestra, desde series catalanas como Com si fos ahir hasta producciones españolas como El secreto de Puente Viejo. Su filmografía cuenta con títulos como Bienvenidos a Edén o Citas Barcelona, a los que recientemente ha añadido la salvaje película juvenil de Prime Video Viaje de fin de curso.
Pero, tras las vacaciones de verano y una merecida época de desconexión (que esperamos que haya sido más tranquila que ese viaje que viene de protagonizar), toca volver a clase, lo que implica nuevos comienzos, retos, amores y experiencias inolvidables de superación personal. Y no, no nos referimos a las vivencias personales de Castañé, sino a Klara, su nuevo personaje en la película adolescente Sigue mi voz que, con guion y dirección de Inés Pintor Sierra y Pablo Santidrián, llega justo a tiempo para el inicio de un nuevo e intenso curso en el que nos espera mucho más que el típico e imposible romance juvenil. Y poco después, además, estrenará la serie Zoomers (Prime Video), un retrato de la generación Z.
La difícil vuelta al cole
Como si la vida hubiese decidido que todo en las experiencias de Castañé debe pasar cuando ella menos piensa en ello, el papel protagonista del que promete ser el nuevo éxito cinematográfico entre los más jóvenes tampoco fue algo que persiguió con grandes expectativas. Es más, casi no fue ni al casting ni envió el primer vídeo de presentación. “Yo no tenía ni ganas de hacerlo… Estaba en una época un poco depre porque lo acababa de dejar con mi pareja, lo grabé con mi mejor amigo y no paraba de decirle: ‘Esto me ha salido fatal’. Pero él siempre me contestaba que estaba genial”, recuerda. Cuando, para sorpresa de nadie excepto para ella misma, la pasaron a la siguiente fase, tampoco se sentía con fuerzas de ir a las pruebas, pues se había pasado la noche llorando por causas personales. Sin embargo, nadie de su alrededor dejó que cometiese el que se habría convertido en un gran error.
Primera vez sin nervios
“Fue la primera vez que hice un casting sin nervios. ‘Que sea lo que tenga que ser, me lo quito de encima y ya está’”, cuenta que pensó al ir casi obligada por la cariñosa presión social de su círculo cercano. “Yo creo que por eso me cogieron, porque fui con los ojos hinchados y encontrándome fatal”, reflexiona ahora riendo y con la perspectiva feliz de que la obligasen a salir de su pozo. A los que se lo estén preguntando, esta no es una anécdota gratuita, y aquellos que conozcan la historia de Sigue mi voz, pues se trata de la adaptación del libro homónimo de Ariana Godoy, sabrán a lo que la actriz se refiere con esa última afirmación. Klara, la chica a la que da vida, es una adolescente de 16 años que, tras una tragedia familiar, ha desarrollado agorafobia, lo que ha hecho que lleve 76 días sin salir de su casa. Con miedo al exterior, su única motivación es escuchar cada día a Kang (Jae Woo), otro joven que tiene un programa diario de radio, pero del que sólo conoce su voz. Una historia sacada de Wattpad que esconde mucho más de lo que parece y que ha convertido el personaje de Castañé en el más difícil que la actriz ha hecho hasta la fecha.
“Me asustaba muchísimo todo el tema de la agorafobia y de los ataques de pánico porque yo nunca he tenido”, dice sobre cómo consiguió dotar al personaje de la profundidad que requería. “Mi repre me ayudó a encontrar a unas niñas de 15 y 16 años que sufrían ataques de pánico y que estuvieron hospitalizadas por ello. Estaban haciendo una obra sobre sus vidas y fui más de una vez a ver cómo la preparaban. Les pregunté de todo, siempre desde el máximo respeto y amor, y con sus madres y con una psicóloga presente”, explica. “Me ayudó muchísimo a ir con menos miedo a la hora de grabar, porque sentía que ya no era yo interpretando estos ataques de pánico, sino que era la historia de Klara y también de esas niñas y de otras que habrán pasado por lo mismo”.
Encuentra tu propia voz
Sin embargo, ello no quiere decir que le fuese fácil separar su vida real de la de su protagonista, pues confiesa que siempre le es difícil no mimetizarse con su personaje y, aunque dicha manía en ocasiones la desestabilice emocionalmente, la considera también un bonito proceso de aprendizaje. “Me encantan todos los libros de autoconocimiento y me encanta estudiarme a mí misma. Es de las cosas más bonitas que hay”, asegura en relación a lo que su trabajo le aporta a nivel personal. “Y sí que es verdad que estoy aprendiendo a escuchar mi voz, literalmente, a escucharme más a mí, a no pensar tanto en los demás y a saber equivocarme”. La interpretación es sólo un engranaje más en esa rueda, asegura. “Creo que estudiarme a mí misma me ayuda a mejorar los personajes y, cuando creo un personaje, me ayuda a conocerme a mí misma, por lo que es algo que se retroalimenta mutuamente”.
Por esa razón, un personaje como Klara la lleva a tener un recuerdo agridulce (en el buen sentido) de la experiencia que fue grabar esta película. “El primer mes llegaba al hotel de Pamplona de rodar (la mayor parte se rodó allí) y me tiraba a la cama a llorar, y yo decía: ‘¿Por qué? ¿Qué me está pasando?” recuerda. “Creo que, inevitablemente, al contar historias tan duras, una se siente más vulnerable, pero en realidad fue un rodaje muy bonito y tengo muy buen recuerdo porque Klara me enseñó muchas cosas de mí misma”. Naturalmente, era inevitable preguntarle entonces qué aprendió de este personaje que esconde tantos miedos y traumas, pero también mucha valentía y autodeterminación. “A apoyarme más en la gente de mi alrededor”, contesta de inmediato. “Porque creo que antes no quería molestar. Pensaba: ‘Esto es mi movida y es sólo mía’. Así que me ha enseñado a compartir y a dejarse ayudar. No sólo ayudar, sino dejarse ayudar. A ser fuerte y a que la vida no siempre te lo pone todo fácil, pero hay que seguir adelante”.