El compositor y ganador de dos Oscar Alexandre Desplat nos recibe en la grabación de la BSO de ‘Jurassic World: El renacer’: “He querido encontrar un equilibrio entre el respeto por el pasado y un nuevo comienzo”

El compositor y ganador de dos Oscar Alexandre Desplat nos recibe en la grabación de la BSO de ‘Jurassic World: El renacer’: “He querido encontrar un equilibrio entre el respeto por el pasado y un nuevo comienzo”

Alexandre Desplat

Hemos viajado a Londres para asistir a la grabación de la banda sonora de Jurassic World: El renacer y conocer a su compositor, el ganador de dos premios Oscar (y experto bebedor de té) Alexandre Desplat.

Por Marta Perego

Uno de los compositores más grandes de nuestro tiempo, una saga mítica, los mejores músicos de Inglaterra y el templo de la grabación musical. Y yo, que me he levantado de madrugada para coger el avión, aquí estoy, con un café que quema, viendo desde un balcón a la orquesta, como en el teatro, siendo testigo de un momento que pasará a los anales del cine. Nada más y nada menos que la grabación de la banda sonora de la nueva Jurassic World. En el podio, dirigiendo a la orquesta, está Alexandre Desplat, ganador de un Oscar por El gran hotel Budapest y La forma del agua, con títulos legendarios como La reina y Harry Potter en su currículum.

Así se resume mi día en los estudios Abbey Road, en una mañana de finales de marzo, con la primavera floreciendo en St. John’s Wood, entre casitas victorianas, niñeras con cochecitos, corredores en pantalón corto y turistas haciéndose selfis en el famoso paso de cebra de los Beatles, en uno de los barrios más lujosos de Londres. Nada más cruzar la puerta del vestíbulo con el icónico letrero, que inmortalizo en mi móvil en menos de un segundo, me reciben fotografías en blanco y negro de Maria Callas, los Beatles y Pink Floyd. La fuerza de la historia de la música me abraza al llegar a la sala de grabación.

“Tenemos un conjunto extraordinario, lo mejor de lo mejor en Londres”, dice Desplat, que se une a nosotros —sólo somos cuatro periodistas— tras horas de grabación. Son las cinco de la tarde, llevamos allí desde la mañana y hemos hecho una pausa exprés para almorzar.

Observamos a Desplat dirigiendo, sonriendo, escuchando a los músicos, haciendo gestos precisos con los brazos en alto, sin batuta y sin ser teatral. El gran compositor francés es un amante del té. “Por la mañana, sencha japonés, por la tarde gaoshan taiwanés”, nos dice mientras se cepilla su colorida bufanda, que nunca se quita. “Es un elemento muy importante de mi rutina y de días intensos como este. Me mantiene lúcido. El café no es para mí”.

El director Gareth Edwards sigue las escenas en un monitor en el que se unen montaje, imágenes y música en una historia oscura, física, llena de acción y dinosaurios. “Empezamos en febrero”, dice Desplat. “El montaje cambiaba cada semana, los plazos eran una locura. Llevo un mes durmiendo cuatro horas por noche”. Lo dice con su acento francés y esa sonrisa traviesa que disipa cualquier cansancio. “Al final es como una contrarreloj. Somos un equipo. Así es como se hacen las películas. También para bajar el presupuesto y contentar a los productores”. Ríe.

“Con Jurassic World: El renacer he querido encontrar un equilibrio entre el respeto por el pasado y la necesidad de un nuevo comienzo. John Williams es insustituible. Pero el mundo ha cambiado”.

Williams, a quien llama ídolo, es su referente. “He querido evocarlo sin copiarlo. He hecho un auténtico homenaje a su legendaria banda sonora, pero sólo en los compases donde tenía sentido. Rehacer lo que ya ha hecho a la perfección es un sinsentido”.

Mientras escucho –los músicos interpretan la banda sonora escena por escena, repitiéndola una y otra vez–, cuando comparo las imágenes del montaje que veo desde la pantalla de la sala donde estamos, me doy cuenta de que Desplat evita ir a lo fácil. No hay fanfarrias en cada rugido ni instrumentos de cuerda apocalípticos en cada persecución. Su música oscila entre la tensión y la ternura, el miedo y el asombro, con sugerentes aperturas a relatos de naturaleza salvaje. “Una buena banda sonora es siempre un equilibrio entre función y ficción”, nos explica. “Función significa eficacia en el acompañamiento de las escenas: acentuar las emociones, el miedo, el peligro, la intimidad. La ficción es todo aquello que puede inventarse, sobre todo en relación con los personajes. Pero aquí es difícil. No sólo por el legado de Williams, sino sobre todo por los muchos momentos de acción en los que es difícil encajar temas reconocibles”.

Él y Edwards han compuesto pequeños temas musicales para escenas familiares, de exploración o de expedición, y para cuando sale el T-Rex “pero no se puede hacer como en La guerra de las galaxias. En esos filmes, los personajes conducen la historia. Aquí es la acción el hilo conductor”.

Componer para el cine, dice, es un juego de energías. Y en Jurassic World, la energía dominante es el miedo. “Peligros, huidas, ataques… No paraba de repetirme: ‘¡Otra vez una persecución!’ Es como en los musicales, en los que saltas de un lado a otro. Aquí ocurre lo mismo, nunca se puede ir más despacio”.

101 músicos para dirigir: cuerda, viento y percusión. “John Williams dice que con una gran orquesta se puede hacer de todo. Clarinetes potentes o sin clarinetes. Sólo percusión. Sólo cuerda, al unísono. Las posibilidades son infinitas”.

Durante la grabación, le vemos corregir cada detalle: “¡Aquí falta fuego! ¡Más atención! ¡Afila más!’. Los compositores que respeto son perfeccionistas. Los detalles marcan la diferencia”.

No ha parado de intercambiar impresiones con su concertino, al que llama Sol Re, como las notas, aunque en realidad es el apodo de Dominique Lemonnier, un antiguo violinista que le acompaña desde su primera película y que también le sustituye en la tarima en un par de piezas, lo que le permite sentarse unos minutos. “Gracias a él puedo trabajar más rápido, sin tener que comprobar cada escena en el monitor, confío en su oído y en su profundo conocimiento de la orquesta”.

Luego revela su curiosidad por los dinosaurios: “Nadie puede animar un dinosaurio si no ha visto algún ejemplar de verdad haciendo el mismo gesto. Ningún comportamiento inventado. No deben ser monstruos, sino animales”. Es la regla de Jurassic World, nada de antropomorfismo, sólo la verdad biológica.

¿Y su música anterior? “Nunca vuelvo a escucharla. Me aburriría. Sólo me interesa la próxima banda sonora. Componer es mi pasión”. Ya fuera del estudio, el sol se pone. Desplat nos recibe con una taza de genmaicha en la mano. Bajo en teína, explica. “Es ideal para relajarse antes de la cena”.

Fotos: Getty Images

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