Álex Pina y Esther Martínez, los creadores de ‘La casa de papel’, vuelven a Netflix con ‘El refugio atómico’: “Esperemos que la serie no haya que verla en un búnker”

Álex Pina y Esther Martínez, los creadores de ‘La casa de papel’, vuelven a Netflix con ‘El refugio atómico’: “Esperemos que la serie no haya que verla en un búnker”

El refugio atómico

Hace algunos años la idea de un búnker de lujo anunciado como una inversión inmobiliaria nos habría parecido una excentricidad distópica. Hoy, 2025, pandemia, genocidio, guerras y apagón mediante, nos parece una más de las realidades absurdas que nos está dejando el siglo XXI. Es más, cuando Álex Pina y Esther Martínez (La casa de papel, Berlín) empezaron a dar forma a su nueva serie para Netflix, El refugio atómico, corría el 2021 y todavía nos encontrábamos en el momento en el que descubrir su existencia causaba perplejidad. Tanta que originó esta ficción. “Esto empezó con una noticia en el periódico del primer búnker que se hacía de varios pisos hacia abajo. Lo que más me sorprendió es que era un edificio de 13 plantas. Es decir, era una comunidad de vecinos”, recuerda Pina. También el hecho de que quienes fueran a habitarlo y, por tanto, a ser los futuros supervivientes del planeta fueran los multimillonarios. “No deja de tener mucha mala leche que estos multimillonarios pretendan sobrevivir con comida para cinco años en un sitio arrasado por los megatones. Parece que es absolutamente ridículo”, añade. La semilla estaba plantada y, cuatro años después, podemos ver esta jaula de oro, Kimera Underground Park, a la que un grupo de ricos correrá a esconderse ante la amenaza de un conflicto global. La realidad, con su escalada constante de violencia, le está brindando a esta historia un timing perfecto. “Esperemos que la serie no haya que verla en un búnker”, señala Martínez.

EL BÚNKER DE SUS SUEÑOS

Películas y series apocalípticas hemos visto unas cuantas. Pero no con este nivel de clase. Parte del trabajo estaba ahí, en conseguir separarse de la imagen que todos tenemos de esos búnkeres de cemento hostiles y cambiarla por la de una especie de urbanización de lujo, pero bajo tierra: 45 refugios familiares, restaurante de alta cocina, gimnasio, spa… “Los únicos comprometidos con su confort incluso durante el fin del mundo”, aseguran en el vídeo promocional de Kimera Underground Park (también lo tiene). “Te explota un poco la cabeza porque si aquello extraordinario que, de por sí, es hostil y áspero, como el cemento, se convierte en una cosa confortable, está mucho más cerca de las sensaciones que alguien pueda compartir. Por eso, vimos un lugar también para hacer ficción”, asegura Martínez. Vuelven los espacios claustrofóbicos marca Vancouver Media.

Este cambio de paradigma ha requerido de un proceso de construcción de arte complejo hasta dar con el universo propio de este búnker. Han utilizado un decorado de 8.000 metros cuadrados, bien de líneas curvas y una estética mid-century, con su decoración confortable a base, en este caso, de tonos naranjas y azules. Sí, también vuelven los monos. “Esta vez, volvemos con dos colores de monos. Nos gustaba que hubiera dos equipos: los naranjas y los azules, que narrativamente tiene que ver con algo que se dice en la serie de que son los que más relación espiritual traen. Pero, en el fondo, lo que queríamos ver es que hay dos equipos, los ricos y los que sirven”, explica Pina. Porque sí, en el fin del mundo también hay clases.

NADA ES LO QUE PARECE

En el fin del mundo que Pina y Martínez han creado para El refugio atómico nada es lo que parece. “La serie es una matrioshka que va cambiando a medida que la vas viendo, está anclada en una inversión constante de expectativas y eso genera una gran estimulación en el espectador”, cuenta Pina. Sucesión de géneros, encuentros inesperados, alianzas, a priori, imposibles… Quienes vivirán esos vaivenes son sus protagonistas, dos familias que, enfrentadas por un drama del pasado, se verán obligadas a convivir bajo tierra. Y casi resultará más asfixiante su manera de relacionarse que el hecho de que estén viviendo el apocalipsis. “En ese encierro todo el mundo está en una tesitura donde ya no hay que ponerse caretas, sino que hay que ser quien uno es y gastar los últimos cartuchos antes de que pase cualquier desgracia”, explica Martínez. Confirmamos que en el fin del mundo tampoco hay pelos en la lengua y que la manera de escribir de estos dos guionistas, mezclando comedia con dureza, vuelve a estar muy presente. “Yo disfruto mucho cuando hay diálogos muy duros entre los personajes. Me parece que ya se acabó la época de moderación en la televisión y tenemos que ir a tumba abierta, sin medias tintas, sin paños calientes”, resume Pina.

Aseguran que se lo han pasado bien escribiendo, dando forma a una colmena de personajes ambiguos y con tantas aristas y evolución a lo largo de la trama que, una vez más, les complicó el proceso de casting. Finalmente, en este reparto coral, encabezado por Miren Ibarguren en un papel delirante en el que interpreta a Minerva, CEO de Kimera, aparecen nombres como los de Joaquín Furriel, Natalia Verbeke, Carlos Santos, Montse Guallar, Pau Simón, Alicia Falcó, Omar Banana y Agustina Bisio. “Encontrar a actores que se suban al carro de ir con los ojos cerrados y montarse en la montaña rusa de lo que podemos escribirles desde que empiezan la serie hasta que acaban e ir con todo, es muy de agradecer”, concluye Martínez.

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