Azar Nafisi es una escritora iraní, profesora de literatura inglesa también, que en 1979 regresó a su país animada por la Revolución. Allí enseñaba inglés de forma libre hasta que poco a poco el gobierno y la propia sociedad fueron imponiendo sus reglas y restricciones que operan todavía hoy. La obligación de llevar velo, la censura de determinados libros, la represión sistemática a la mujer…
Durante años, Nafisi fue aguantando, animada por sus alumnas a las que enseñaba los grandes clásicos anglosajones en secreto, hasta que no pudo más y ella y su familia volvieron al exilio en EE UU, donde reside desde los años 90. Desde allí escribió su historia en Leer Lolita en Teherán, la historia que el israelí Eran Riklis (Los limoneros) ahora lleva a la pantalla siendo muy fiel a la realidad de la escritora. Una historia que ocurrió hace más de 30 años, pero que hoy sigue siendo absolutamente relevante, de hecho, totalmente intencionado, Riklis escogió para sus protagonistas actrices iraníes en el exilio. Desde Golshifteh Farahani (para quien es su primer papel en farsi desde que abandonó su país) a Zar Amir-Ebrahimi.
En esos gestos, la película es casi más poderosa que en su forma de contar la represión, aunque quizá cayendo en cierta convencionalidad, resulta conmovedora e interesante, con potentes interpretaciones y una reflexión interesante sobre el valor de la identidad y la memoria. Para Afisi una de las partes más dolorosas es saber que sus hijos no llegarán a tener recuerdos del lugar en el que nacieron y, por otra parte, ella desearía borrar algunos por lo que vivió en él.
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