Después de Las cosas que decimos, las cosas que hacemos y Crónica de un amor efímero, en Tres amigas, Emmanuel Mouret vuelve a acertar hablando de amor y desamor.
★★★★
“Cualquier pareja debe recordar que el amor puede no ser eterno”, dice uno de los personajes de Tres amigas. Uno de los hombres que rodean a esas tres amigas, en concreto el que interpreta Damien Bonnard, que está enamorado de una de ellas, Joan (India Hair). El amor puede acabarse o no llegar nunca. Y, al menos, debemos todos permitirnos esa libertad de pensar –y saber– que el amor no es eterno. La última película del director francés Emmanuel Mouret es de nuevo una reflexión sobre el amor y todo lo que de él sale: qué es el amor, qué es estar enamorado, si estarlo da la felicidad, si hay que estar enamorado para ser feliz en pareja… Después de reflexionar sobre ello en Las cosas que decimos, las cosas que hacemos y en Crónica de un amor efímero, Tres amigas es una extensión de ello partiendo y alrededor de la tragedia de una de las protagonistas, Joan. Una mujer que, como las heroínas de la literatura inglesa que enseña (Charlotte Brontë), se siente desafortunada por no hallar el amor.
El desencadenante de toda la historia es, de hecho, que ella deja a su pareja y padre de su hija, Victor (Vincent Macaigne), porque ha dejado de estar enamorada, cuando le deja, él desaparece y el suceso remueve su vida, su forma de entender el amor y también la de sus amigas. Alice (Camille Cottin) cree estar feliz en su relación hasta que conoce por casualidad (y por un sueño) a un famoso pintor. La pareja de Alice, Eric (Grégoire Ludig), tiene a su vez una relación secreta con la otra mejor amiga, Rebecca (Sara Forestier)… Con ese acontecimiento trágico que da la vuelta a todo, aparece la culpa y la sensación de no merecer lo bueno que pueda pasar, también el seguir por la vida con una melancolía que bien recuerda al cine de Mia Hansen-Love (hasta la manera de rodar a India Hair y su aspecto recuerdan inevitablemente a Léa Seydoux en Una bonita mañana), pero Mouret es capaz de romper el drama (sin caer nunca en el melodrama) con un sentido del humor que recuerda por qué le llaman el Woody Allen francés. Un Woody clásico, de diálogos brillantes y tono ajustado.
Situada en Lyon, Tres amigas tiene un reparto perfecto y presenta un juego cercano y comprensible de amores y desamores, de amistades y de esa necesidad de equilibrio vital entre la ligereza y la intensidad para saber que hay que sufrir, estar triste porque también eso es vivir. Y está bien.
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