★★★★½
Es terror, es comedia, y es drama. Después del éxito de Barbarian, Zach Cregger vuelve a tomar riesgos con una propuesta más ambiciosa y desconcertante, y le sale bien. Sin dejarse encerrar en ningún género, se trata de una experiencia narrativa fragmentada que se hace con el equilibrio imposible entre el terror espeluznante y la comedia negra que no diluye el miedo.
Contada desde múltiples perspectivas, la película comienza cuando todos los alumnos de una misma clase, salvo uno, desaparecen misteriosamente la misma noche y exactamente a la misma hora, la pequeña ciudad donde viven se pregunta quién o qué está detrás de su desaparición.
Lo que empieza como un auténco thriller acaba sumergiéndose en una estructura coral que no subestima al público y le obliga a ir recontruyendo la verdad desde diferentes ángulos. Weapons demuestra una capacidad extraordinara para combinar lo perturbador con lo cómico dejar que en la historia se cuele un invitado inesperado: un humor incómodo que lejos de atenuar el terror lo magnifica.
Cada personaje cumple su función en un relato que a ratos requiere paciencia, pero no pueden pasarse por alto la intensidad de Julia Garner como una maestra atrapada en las sospechas ajenas y la contención emocional de Josh Brolin como padre angustiado.
Esta montaña rusa emocional en la que Cregger reta al espectador a la risa incómoda en las situaciones más grotescas es sin duda el mejor arma de la película. El director se consolida en el género sirviéndose de las herramientas de sus principios en la comedia y se olvida de complejos rompiendo con todo lo prvisible dando como reesultado una obra original, que apunta a ser la mejor película de terror del año. Weapons descoloca y supera las espectaitvas del espectador a cada paso y no le permite apalancarse en el terror convencional. Es valiente, tensa y provocadora.
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