Por Marta Zoe Poretti
★★★½/★★★★★
A partir de hoy llega a los cines uno de los títulos más esperados de la temporada: Wicked, la primera parte de la adaptación cinematográfica en dos actos de uno de los musicales más queridos de todos los tiempos. El largo recorrido de esta historia (y de estos personajes) atraviesa medios, obras e idiomas distantes en el espacio y en el tiempo. Y, sin embargo, hoy la película protagonizada por Cynthia Erivo y Ariana Grande alcanza un objetivo muy alto, todo menos previsible: convencer a los fans históricos de la obra que conquistó Broadway y a los admiradores más exigentes del original, pero también divertir y conquistar a nuevos públicos, empezando por los que nunca habían visto la obra y no estaban especialmente familiarizados con el formidable dúo compuesto por dos amigas decididamente sui generis: Elphaba y Glinda.
Fue allá por 2003 cuando Wicked, de Winnie Holzman y Stephen Schwartz, debutó en Broadway, consolidándose rápidamente como uno de los musicales más queridos y populares de la historia. Basado en la novela de 1995 Witch – Chronicles from the Kingdom of Oz in Revolt de Gregory Maguire, el musical llevó a escena un texto que era al mismo tiempo la precuela de El maravilloso mago de Oz de L. Frank Baum, su reimaginación y la historia del origen de uno de sus personajes más peculiares: la que técnicamente era la antagonista, la villana de la historia, la Bruja del Oeste. Y si la inolvidable película de culto de 1939 protagonizada por Judy Garland nos había enseñado a conocer a Dorothy y a cantar con ella Over The Rainbow, hoy toca revisar todas nuestras creencias y dejarnos hechizar por el personaje de Elphaba (y el de su mejor amiga Glinda). La película nos devuelve así a la juventud de esta figura arquetípica, teóricamente totalmente negativa, mostrando cómo en una verdadera novela de madurez una larga historia de marginación y exclusión puede evolucionar en direcciones inesperadas. Y de este modo redime el cliché, el estereotipo de la «bruja mala», mostrando cómo en cada villano puede haber de hecho verdades ocultas y razones mucho más profundas, mucho más complejas de lo que podríamos suponer basándonos únicamente en la apariencia, la condena y el prejuicio.
Y es quizás la palabra verdad la piedra angular del personaje interpretado magistralmente por una grandísima Cynthia Erivo. Antes de ser conocida como la infame Bruja del Oeste, de hecho, Elphaba era simplemente una niña, una chica, una joven de piel verde que vivió grandes traumas y, sobre todo, una historia de discriminación continua y sistemática. Una parábola que es, por supuesto, un espejo de tantas heridas abiertas de la sociedad contemporánea, y que puede ser fácilmente asimilada y descrita a través de términos decididamente menos de cuento de hadas: racismo, o directamente acoso escolar. Primero la novela, luego el musical y ahora la adaptación cinematográfica dirigida por Jon M. Chu actualizan, redefinen y reescriben el arquetipo, la fábula y el mito, actualizando las figuras de Elphaba e incluso Glinda al espíritu de los tiempos. La chica clasificada como extraña, problemática y diferente empieza a estudiar en la universidad. Su compañera de habitación Galinda (más tarde Glinda) se presenta al principio como su némesis: rubia, guapa, popular y querida por todos; aparentemente frívola, pero dispuesta a revelar una sensibilidad y sobre todo una forma inesperada, sorprendente y sobre todo auténtica de solidaridad y altruismo. Y finalmente, a medida que Elphaba va descubriendo el verdadero alcance y la singularidad de sus verdaderos poderes mágicos, las dos se confirman y reconfirman en el mar de los acontecimientos como las mejores amigas que pueden existir. sin duda podemos decir que se trata de una de las mejores obras centradas en la amistad femenina jamás retratada en el cine. Por supuesto, estamos a la espera de los nuevos giros que nos depara la segunda parte de Wicked, prevista para finales de 2025.
Superar la desconfianza mutua y las aparentes diferencias para descubrir la belleza de la amistad pura y dura es uno de los temas principales de Wicked. Pero a ello se añaden múltiples temas, desde el rechazo a la violencia contra los animales hasta el acoso escolar, pasando por la red de engaños y mentiras que construyen los poderosos en su propio beneficio, a costa de los débiles. Pero esto no quiere decir que nuestros coprotagonistas o el amplio abanico de magníficos personajes interpretados por Michelle Yeoh (Madame Morrible), Johnatan Bailey (Fiyero), Jeff Goldblum (Mago de Oz) o Peter Dinklage (actor de doblaje en la versión original del Profesor Dillamond) carezcan de matices, contradicciones, o que todos ellos sean fácilmente adscribibles a las filas de los Buenos y los Malos. Quienes temían un mensaje banal, superficial (y tal vez incluso buenista) podrían descubrir más bien un musical inesperado desde muchos puntos de vista, incluida la sutil inteligencia de su lenguaje universal, capaz de trabajar no sobre la certeza sino sobre las contradicciones, sobre la brecha entre las apariencias y las verdades que ocultan.
Y así comunicar a distintos niveles, golpeando la imaginación y la sensibilidad tanto de niños como de adultos. Más que simple, el mensaje de Wicked se revela esencial, en abierta (y valiente) antítesis al villanismo rampante, a los prejuicios y al rechazo en trance de cualquier tipo de producto audiovisual que intente transmitir un mensaje de civilización a una sociedad cada vez más dividida, desgarrada y herida. Elphaba y Glinda demuestran así ser cualquier cosa menos figuras banales, mientras que sus dos extraordinarias intérpretes, Cynthia Erivo y Ariana Grande, parecen correr ya directas hacia las nominaciones a los Globos de Oro y los Oscar. La evolución de sus respectivos personajes, así como la de su amistad, supera por fin los límites de un cierto esquematismo típico de algunos musicales, sin decepcionar a quienes esperan una obra asombrosa según todos los cánones tradicionales: por los números musicales, las canciones y duetos, las soluciones visuales, los efectos especiales y los giros argumentales dispuestos a encantar con continuas invenciones, secuencia tras secuencia.
Y entre las muchas cualidades de la película, también es importante señalar ciertas similitudes con otros grandes éxitos de las dos últimas décadas, desde la serie de películas de Harry Potter hasta la primera temporada de Miércoles, de Tim Burton. La inspiración de los temas, sugerencias, hechizos y encantamientos presentes en estas obras puede rastrearse hasta el texto original de Wicked, que ahora, según un impecable cortocircuito posmoderno, vuelve para entretenernos, emocionarnos y divertirnos a través de esta gran película popular, destinada sin duda a un gran éxito internacional.
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