En el año 2013, tras atravesar una difícil situación personal, el cineasta y productor Ibon Cormenzana (Bilbao, 1972) decide fundar una productora audiovisual destinada a visibilizar problemáticas sociales necesitadas de una atención urgente. Así nace Mundo Cero, empresa que actualmente gestiona junto a su pareja, la actriz y guionista Manuela Vellés (Madrid, 1987), a quien hace tres años dirigió en Culpa (2022). En aquella, que escribieron a cuatro manos, la protagonista de Caótica Ana (2007) y Secuestrados (2010) se ponía en la piel de una joven que, tras ser agredida sexualmente por un conocido, decidía recluirse en una cabaña alejada del mundo durante nueve meses para gestar en su interior un hijo no deseado. Vellés, que interpretó aquel personaje en el momento en que ella misma atravesaba un embarazo, se sitúa de nuevo en el centro en Cuatro paredes (2025), en cines el 6 de junio, esta vez interpretando a una joven madre que, de un día para otro, se queda viuda y debe mantener a flote su mundo y el de su hija de 10 años (Sofía Otero, 20.000 especies de abejas).
¿Cómo nace este proyecto?
Inicialmente nos pusimos en contacto con diferentes ONGs, buscando algún tema o alguna problemática en la que pudiésemos echar una mano. Desde Save The Children nos contaron que, actualmente, uno de sus principales focos de trabajo tenía que ver con las familias monoparentales, muchas de ellas encabezadas por una mujer sola que debe hacerse cargo de sus hijos. Nos dijeron que con sus campañas no lograban llegar todo lo lejos que les gustaría, y, en ese sentido, pensamos que quizás una película podía ser una buena opción para concienciar al respecto.
En el centro del relato situáis a una familia bastante común.
Sí. La idea era mostrar cómo, si venían mal dadas, una familia cualquiera de clase media podría sumirse en la pobreza extrema en tan sólo un año. Es algo que puede pasarle a cualquiera: te crees que tienes la vida arreglada y, de un momento a otro, todo se puede desmoronar.
¿Partisteis de historias y testimonios reales para escribir el guion?
A través de Save the Children, estuvimos en contacto con mujeres que habían vivido situaciones similares. De ahí tomamos muchísimas ideas. En abril, cuando estrenamos la película en el BCN Film Festival, muchas de ellas asistieron a la proyección. Salieron llorando, abrumadas, pero muy contentas por haberse visto representadas en la pantalla.
La película sucede en un único espacio (el interior del piso familiar), y está dividida en 12 bloques (cada uno, correspondiente a un mes del año), todos rodados íntegramente en plano secuencia.
Las mujeres con las que hablamos coincidían siempre en un aspecto: la enorme vergüenza que habían sentido al atravesar por algo así. El hecho de querer ocultar el problema las había llevado, muchas veces, al aislamiento. Por eso, pensamos que narrar la historia enteramente desde ese espacio doméstico era la mejor manera de entender su desasosiego. El uso del tiempo real era otro factor que también ayudaba.
En la película, relacionáis lo opresivo del espacio (las “cuatro paredes” de la vivienda) con el concepto teatral de la “cuarta pared”, ese lugar donde se sitúa el público. Para Sofía, la niña, asistir a la extraescolar de teatro funciona como vía de escape.
Estamos en un momento en el que muchos sentimos que el arte salva al mundo. Se vio claramente durante la pandemia: en aquel momento, las películas, los libros y la música fueron fundamentales. Porque el arte acaricia el alma y el corazón, y a veces se nos olvida darle el valor que tiene. Al querer narrar la película desde los ojos de una niña que de repente se ve condenada a una situación que todavía no es capaz de entender, nos dimos cuenta de que el teatro, en tanto que puro juego y disfrute, podría ayudarla a salir adelante.
Y al final, es ella quien debe tomar las riendas y ayudar a su madre a salir adelante.
Efectivamente. En situaciones como esta, por desgracia, muchas veces los más pequeños se ven obligados a madurar antes de tiempo, a crecer muy rápido y a convertirse en adultos cuando todavía están lejos de serlo. Así, en la película los roles se invierten por necesidad, y es la niña quien, en lugar de ser cuidada, debe ejercer el papel de cuidadora.
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