25 años de ‘Destino final’: La célebre saga celebra su aniversario con la llegada de ‘Lazos de sangre’

Lazos de sangre

A tiempo para celebrar el 25 aniversario del comienzo de la saga y 14 años después de la quinta entrega, llega Destino final: Lazos de sangre, sexta película de la franquicia que tiene a la Muerte como villana número uno.

Un tatuador está en su estudio, tatuándose el antebrazo. A causa de la vibración de unos altavoces, un muñeco cae de una estantería y derriba varios otros objetos, entre ellos una garrafa de alcohol que empieza a verter líquido en el suelo. Al mismo tiempo, una de las cadenas que decoran el techo se desclava por uno de sus extremos y, al salir despedida, no sólo se engancha al piercing que el tipo lleva en la nariz sino que también se enreda con un ventilador.

El giro del aparato va tensionando la cadena, que tira violentamente de él hacia arriba y lo eleva mientras una lámpara cae sobre el alcohol derramado y provoca un fuego que se extiende rápidamente. En su intento de desengancharse, el tatuador cae e inmediatamente es devorado por las llamas. Cualquiera que conozca Destino final sabe que ese tipo de enrevesados accidentes mortales suceden todo el tiempo en la célebre saga. De hecho, el arriba descrito aparece en una de las escenas de su sexta entrega, que llega el 16 de mayo a los cines 14 años después de que lo hiciera la quinta, y justo a tiempo para celebrar el 25 aniversario de la primera.

Como su título sugiere, Destino final: Lazos de sangre contempla cómo el verdadero villano de la serie, la Muerte –más sobre ella en las páginas siguientes– va acabando uno a uno con los diferentes miembros de una familia. En concreto, sigue a una estudiante universitaria que, azotada por una pesadilla recurrente que escenifica el óbito de sus seres queridos, regresa a casa para preguntar a su abuela por una premonición que la mujer tuvo décadas atrás y gracias a la que salvó muchas vidas. Ahora, la Muerte tiene una cuenta pendiente con los miembros vivos del árbol genealógico del clan y no se detendrá hasta podar todas las ramas. Lazos de sangre ha sido dirigida a dúo por Zach Lipovsky y Adam Stein, que consiguieron el trabajo tras una audición que mantuvieron por Zoom con los ejecutivos de Warner Bros. Durante la videollamada, la oficina de Lipovsky y Stein se incendió repentinamente y, al caer del techo, un ventilador los decapitó a ambos con las aspas.

Por supuesto, el accidente no fue real sino una ilusión lograda con una mezcla de material pregrabado y efectos visuales, y diseñada para impresionar a los productores. Está claro que funcionó. Por lo que respecta al reparto de la película, en él sin duda destaca Tony Todd en la piel del mismo personaje que ya encarnó en cuatro de las cinco entregas previas de la saga: el agente funerario William Bludworth, que conoce los métodos de la Muerte, sus reglas y posibles maneras de engañarla, y que tal vez tenga un pacto con ella o, quién sabe, sea él mismo su personificación. Se prevé que aquí se explorará el pasado del personaje y se resolverán los misterios que lo rodean; en cualquier caso, esta será su última aparición en pantalla, puesto que Todd falleció el pasado noviembre.

¿Cómo funcionará Lazos de sangre en la taquilla? Es difícil predecirlo. Por un lado, su tráiler oficial obtuvo nada menos que 178,7 millones de visionados durante las primeras 24 horas posteriores a su lanzamiento en redes sociales, lo que sugiere un extraordinario interés en la película. Por el otro, es evidente que las tendencias imperantes en el cine de terror han cambiado sustancialmente desde Destino final 5 (2011); así lo demuestran los éxitos de títulos originales como It Follows (2014), The Babadook (2014), La bruja (2015), Déjame salir (2017), Hereditary (2018), Midsommar (2019) y Háblame (2022), que han dado la vuelta a las convenciones de género y le han aportado refinamiento artístico y complejidad temática. Sea como sea, la gran baza de la saga Destino final nunca pasa de moda, porque la Muerte representa el terror primigenio del que todos los demás emanan. Nuestro miedo a ella es una característica constante e ineludible de nuestra existencia, magnificada por nuestra absoluta incertidumbre acerca de lo que pasará –o de lo que no pasará– después de que haya venido a por nosotros.

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