Celia Rico triunfa y emociona en Málaga con La buena letra, adaptación de la novela de Rafael Chirbes.
Hace solo un año, Celia Rico estaba también en el Festival de Málaga presentando su segundo largometraje, Los pequeños amores. De esa presentación se fue corriendo a Valencia porque ya estaban en la preproducción de su tercer largometraje que acaba de presentar hoy en el 28 Festival de Málaga, La buena letra, adaptación de la novela de Rafael Chirbes.
La directora sevillana conocía la obra del escritor valenciano, aunque no había leído esta novela en concreto. Fue el productor Fernando Bovaira quien le sugirió que lo hiciera (como hizo con Pilar Palomero y Los destellos) esperando que viera en ella una traslación a la pantalla.
“No es lo mismo leer a Chirbes que leer a Chirbes sabiendo que lo vas a adaptar, inicialmente yo pensé que no teníamos tantos puntos en común, pero luego leyéndola con atención, me sentí muy conectada con su universo”, nos explicaba ayer Rico. “Primero, porque está muy atravesada por una mirada de clase social, con la que me identifico mucho y luego porque la novela está narrada desde el punto de vista de una mujer que es el pilar de una familia y que sostiene la vida de los otros a partir de su sacrificio y sus cuidados… y yo, en todo lo que he hecho antes, en mis dos películas, pongo los cuidados en el centro y los cuidados llevados a cabo por una mujer”. Y ahí está claro que la cineasta se sintió muy cómoda y supo llevarse el mundo de Chirbes a su cine de pequeños gestos, miradas y contención.

@Laila Lluch
La buena letra es la historia de Ana (Loreto Mauleón), una mujer en un pueblo en la posguerra, años 50, intentando sobrevivir, vive con su hija, su marido (Roger Casajamor) y su suegra. En esa humilde casa que sobrevive con el escueto sueldo del marido y los arreglos de modista que ella puede sacar más los milagros que hace en la cocina también vive el cuñado, el hermano de él (Enric Auquer) que tiene otras inquietudes, lee, escribe, sueña… Se va, de hecho, y vuelve casado con una mujer (Ana Rujas) tan soñadora y alegre como él.
Entre Ana y su cuñado hay dos mundos, son las dos formas que tiene el ser humano de reaccionar ante una crisis. Porque, en parte, de eso habla La buena letra. “No es una película que intente contar los grandes acontecimientos de la historia de la posguerra, sino justo mostrar cómo nos comportamos, la condición humana, en una situación de crisis y de dificultad”, explica Celia Rico. “Porque en una situación así nadie sabe cómo va a comportarse. Y, sobre todo, los miembros de una misma familia podemos ser tan distintos en las decisiones que tomamos… La idea era adentrarnos en eso, en los dilemas morales, en las contradicciones”.
Una cuida, aguanta, apechuga, cose sin parar hasta dejarse la vista y por las noches aún se esfuerza en leer y escribir. Saca de una sola naranja varias comidas para todos. Es la economía de supervivencia y del silencio, del aguantar. Y a pesar de todo, es una mujer que no juzga a los que se van a la primera de cambio, que no arriman el hombro.

@Laila Lluch
“Es una mujer que sabe que, si ella juzga, si ella pone su bienestar por encima de los demás se tambalea todo porque es el sostén de toda la familia”, explica. “Entonces no se lo permite, incluso ante una situación que le parece injusta trata de calmar un poco las aguas y representa un poco ese papel conciliador que han ejercido tantas mujeres y que nos ha ayudado tanto como sociedad, pero que les ha hecho un flaco favor a ellas porque ellas han sido las perdedoras de toda esta situación”.
El sacrificio silencioso y silenciado de estas mujeres que duele y duele tanto porque es la historia de muchas abuelas, madres, bisabuelas. Es la historia que hemos visto, oído. Y la interpretación en todos esos pequeños gestos de sus actores (en estado absoluto de gracia, destacando, por supuesto, a una inmensa Loreto Mauleón) es un conmovedor recuerdo y homenaje a todas ellas.