Festival de Málaga 2025: ‘Todo lo que no sé’: Retrato generacional de fracasos, expectativas y decisiones

Todo lo que no sé

Ana Lambarri debuta en el largometraje en Todo lo que no sé reflexionando sobre las decisiones que nos llevan por la vida entre los 30 y los 40.

Laura (Susana Abaitua) es una brillante desarrolladora tecnológica que estuvo muy cerca de tener mucho éxito. Frustrada, abandonó su proyecto y la conocemos en el presente, cuando trabaja en una tienda, comparte piso con su mejor amiga y se organiza con su hermana (Natalia Huarte) y su madre (Ane Gabarain) para cuidar de su padre enfermo de cáncer (Andrés Lima). De pronto, a Laura le surge la oportunidad de retomar su proyecto y acepta la propuesta sin contárselo a nadie más que a su amiga (Stéphanie Magnin).

Siente vergüenza y no quiere volver a fracasar, no quiere que la juzguen y si los demás lo saben, ella misma se juzgará más. A partir de ahí, Todo lo que no sé, ópera prima de Ana Lambarri, explora todas aquellas decisiones que nos van dirigiendo por un camino que casi nunca es el que esperamos.

“Quería coger un poco mis experiencias y las de mis amigas respecto a cómo hemos vivido de los 30 a los 40. Las cosas que nos hemos ido preguntando, unas han sido madres, otras, no; unas han tenido pareja, otras, no. Quería ver cómo y hacia dónde te pueden ir llevando esas decisiones”, nos explicó la directora en una entrevista sobre su filme, uno de los debuts más especiales de esta edición del Festival de Málaga.

Todo lo que no sé

Todo lo que no sé destaca por varias razones, por la historia de su protagonista y por su carácter. No pretende que Laura caiga bien, puede que no caiga bien… parece sumergida casi en un viaje egoísta incluso autodestructivo a veces, visto y juzgado desde fuera. Es una mujer que prefiere estar sola, que echa a su pareja (Francesco Carril) cuando este se presenta sin avisar porque quiere estar sola, que se remueve contra el rol asignado en la familia por ser ella la que, aparentemente, tiene menos cargas familiares y laborales. Es una reivindicación de esa vida a priori menos ortodoxa o menos normativa en esa franja de edad. Aunque ella misma se dé cuenta a veces de que se pasa tensando la cuerda. Y la única relación a la que siempre puede volver, como un faro, como un ancla, como un gran abrazo, es la que tiene con su mejor amiga, Susana. Y esa forma, no poniendo la amistad en el centro del filme, aunque sí lo sea para la protagonista, es uno de los retratos más bonitos y realistas de la amistad femenina en edad adulta que se han visto últimamente.

Todo lo que no sé no es una película autobiográfica y Lambarri se va a encargar de dejarlo muy claro. No ha escrito desde su propia experiencia sino desde un lugar de observación y por eso es un retrato quizá aún más real, universal y natural de esa generación entre los 30 y los 40 hoy.

Todo lo que no sé

La película se cuenta a lo largo de tres años, saltos temporales contados sutilmente a través del cumpleaños de ese padre enfermo (un estupendo Andrés Lima). La sutileza y simplicidad, de hecho, con la que la cineasta va narrando la vida de su protagonista y de todos los que la rodean, es su gran aliado. Entre los detalles narrativos y visuales va avanzando la historia y, a partir de ese minimalismo, el trabajo de este genial reparto de actores brilla. Salen sus emociones a flor de piel y son esas emociones desnudas las que nos conducen. Y en ese emocional viaje destaca especialmente la protagonista, Susana Abaitua, de quien ya habíamos visto su capacidad, pero que aquí se mueve de un extremo al otro de manera natural. Se va ganando nuestra empatía sin forzar.

Esa mirada hacia los actores y hacia los personajes está situada en el centro para Lambarri, quien, no por casualidad, trabaja desde hace tiempo como directora de casting (ese oficio que reivindicamos muy poco). “Es una película basada en emociones. Queríamos dejar al espectador solo y que fuese construyendo la historia con sus propias emociones hasta enganchar con las de la protagonista”, explica la directora. Y lo ha logrado. Poco a poco, dispuestos a escuchar, vamos entendiendo a esa mujer que, en principio, no entendíamos.

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