Carmen Chaplin explora los orígenes romanís de su abuelo en ‘Chaplin: Espíritu gitano’: «Quiero que artistas gitanos y con alma bohemia vean ahora sus películas desde otra perspectiva»

Carmen Chaplin

Charles Chaplin nació en un campamento gitano a las afueras de Birmingham y ahora una de sus nietas, Carmen Chaplin, debuta en el cine con el documental sobre los orígenes romanís de su abuelo, Chaplin: Espíritu gitano.

Por Begoña Piña

Esta es una historia que en la vida real apareció en 1964. Charles Chaplin acababa de publicar su autobiografía cuando recibió una carta de un gitano, Jack Hill. Aquel hombre le decía que había nacido en una caravana, la de la reina gitana del poblado de Black Patch, en Smethwick, a las afueras de Birmingham.

Chaplin guardó esta carta, que la familia terminó descubriendo cuando murió en 1977, entre sus pertenencias personales. Ahí los hijos comenzaron una investigación de la herencia gitana de su padre que concluye ahora con esta película. Charles Chaplin nunca conoció del todo sus orígenes. Hijo de artistas del music hall, jamás tuvo en sus manos su certificado de nacimiento, aunque ello no le extrañó porque era habitual en las familias nómadas del espectáculo. Su madre, Hannah, no le contó hasta 1928, poco antes de morir, que tenía sangre gitana y era hermana de una reina romaní.

“Conocer esta faceta de Chaplin significa reinterpretar toda su obra porque ahora se van a ver sus películas desde un punto de vista diferente”, dice la cineasta, nieta de Chaplin, que comenzó este trabajo con la esperanza de que “artistas gitanos y artistas que tengan un alma bohemia vean ahora sus películas desde otra perspectiva”.

Escrita por la propia Carmen Chaplin, junto a Ashim Bhalla, Isaki Lacuesta y Amaya Remírez, Chaplin: Espíritu gitano avanza con material de los archivos familiares que nunca antes se había visto, películas caseras, fragmentos de los filmes de Chaplin y testimonios de muchos artistas, como Johnny Depp, Alba Flores, Toni Gatlif, Emir Kusturica, Farruquito o Lita Cabellut.

Por supuesto, la película contiene recuerdos y reflexiones esenciales de algunos de sus familiares, sobre todo, de Michael J. Chaplin, segundo hijo de Chaplin y Oona O’Neill. “Michael es el gran protagonista de esta historia, porque es la persona que va a establecer el diálogo. Todo tiene un sentido cuando está Michael”.

La película arranca con un viaje a Londres en tren en 1963, un año antes de que apareciera la carta de Jack Hill. “Esta fue, de entre los miles de cartas que recibió en su vida, la única que conservó. La guardó en su mesilla de noche y bajo llave”, explica la directora, que añade: “Cuando mi padre la encontró se quedó fascinado con la posibilidad de compartir orígenes gitanos”.

Así comenzó ese viaje de búsqueda, en el que Michael J. Chaplin rastrea esa herencia gitana en la familia a pesar de haber mantenido una relación tensa con su padre. “Mi padre era hijo de una época próspera, de los años 50, era un hombre al que le gustaba leer”, dice la directora, que explica cómo su abuelo, “que tuvo que buscarse la vida desde los cinco años”, quiso “endurecer el carácter de este hijo”.

Michael J. Chaplin terminó su curso en un colegio de Ginebra, había sacado muy malas notas, y no se atrevió a volver a su casa, dijo a sus padres que se iba de acampada con unos amigos, se fue a Londres y nunca regresó. Así, esta película es también, de un modo alegórico, el reencuentro familiar de un padre y un hijo. “Hacer la película ha sido una experiencia increíble, porque he hecho un viaje con él en el que hemos descubierto juntos su faceta de ‘hijo de Charlie”, dice Carmen. “Además de descubrir esa otra dimensión de mi abuelo”.

Fotos: Neville Hopwood-Getty Images

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