En su nuevo documental, ‘Anselm’, el director nos invita a sumergirnos en el apabullante catálogo compuesto por la maximalista obra del pintor y escultor Anselm Kiefer.
Por Nando Salvá
Mucho más que una biografía. “Mi película no es un ensayo crítico sobre el lugar que Anselm Kiefer ocupa en el mundo del arte; tampoco es una biografía de su persona, aunque explica episodios de su vida. Es más bien un retrato de su arte, una crónica de su creatividad. A mí las biografías no me interesan, me aburren profundamente. En cambio, adoro el trabajo de los escritores, los poetas, los pintores, los arquitectos, los escultores, los músicos, los coreógrafos. Y cuando veo una película en la que uno de esos artistas revela sus secretos, siento que la magia se echa a perder. Por eso, quise que el trabajo de Kiefer hablara por sí mismo”.
Dos formas de ser alemán. “Él y yo somos coetáneos. Él hizo pública su primera obra en 1969, yo estrené mi primera película en 1970. Ambos nacimos en 1945, justo después de que Alemania perdiera la guerra, y crecimos en una sociedad que trataba desesperadamente de inventar un futuro, pero que se negaba a reconocer su propio pasado. Los profesores que tuvimos en la escuela eran nazis, así que no incluían el Holocausto en el programa de estudios. Nuestra reacción a esa situación fue opuesta: yo decidí que quería largarme del país, y eso hice. Él, en cambio, se quedó y dedicó su trabajo a hurgar en nuestro pasado y señalar la hipocresía de quienes fingían haberlo olvidado. Aprecio su coraje, y ahora lamento no haber hecho como él. La historia nos enseña acerca del futuro. Y sus lecciones son especialmente valiosas ahora, cuando Europa parece no recordar la barbarie causada por el nacionalismo”.
Defensa a ultranza del 3D. “El 3D es un formato que fue malentendido, y usado sólo en esas enormes películas de acción para arrojar objetos a la cara del espectador. Hollywood pervirtió lo que, de hecho, es un lenguaje capaz de hablar de forma hermosa y poética de la realidad y del arte. Y, sobre todo, permite proporcionar al espectador una cantidad extraordinaria de información. La mayoría de las películas exigen a quien las ve una actividad cerebral mínima; cuando vemos un largometraje rodado en 3D, en cambio, nuestro cerebro ebulle. Y, gracias a los avances tecnológicos, ahora las cámaras 3D son pequeñas y ligeras, y pueden ser usadas al hombro. Nunca dudé de que Anselm debía ser filmada en 3D, porque el mundo de Kiefer es tan monumental y tan intenso, que dos dimensiones no son suficientes para capturarlo. Quise dar a la audiencia la posibilidad de calibrar la envergadura, el peso y las texturas de unas obras que, además de montículos grandes y espesos de pintura, incorporan materiales como piedra, arena, paja, materia vegetal, cabellos y hasta semen”
Anselm en cines 13 de septiembre
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