Después de trazar el retrato de Maixabel, la directora se lanza a intentar explicar por qué y cómo ocurrió el caso de Nevenka Fernández.
Por Irene Crespo
“Trifulca sentimental”. Así tituló el periodista Alfredo Urdaci la noticia de la denuncia por acoso de la entonces concejala de Ponferrada, Nevenka Fernández, contra el alcalde de su ciudad, Ismael Álvarez. Un juicio tremendamente mediático y pionero, porque nunca antes una mujer se había atrevido a llevar al banquillo a un alto cargo político y nunca antes ese cargo político había sido declarado culpable.
Y, sin embargo, la que tuvo que exiliarse fue ella. “Según lo contaron los medios, parecía que la víctima era él, el retrato que se hizo de ella era de una mujer viciosa, fue tremendo, nada positivo”, recuerda la cineasta Iciar Bollain, que lleva ahora aquel proceso a una película con actores, pero pegándose mucho a la realidad, tal y como hizo con Maixabel (2021), su anterior filme que también estrenó en San Sebastián en competición.
“Yo en ese momento era una mujer apenas un poco mayor que Nevenka y recuerdo que no me sentí identificada con ella o interpelada, ¿cómo puede ser eso?”.
En Soy Nevenka, Bollain (con la ayuda de nuevo en el guion de Isa Campo) reconstruye, precisamente, la radiografía de cómo se llegó a ese retrato injusto, examinan la falta de empatía que hubo hacia ella, “ese mirar para otro lado”, porque no entendíamos lo que era el acoso. “Y yo creo que todavía quizá no lo entendemos tanto –reflexiona–, nos cuesta entenderlo, aunque lo que sí ha cambiado ahora mismo, y es un cambio enorme, es en detectar a la víctima”.
El desafío para Bollain estaba en responder a esa pregunta que le hicieron a Nevenka en el juicio: “¿Y por qué no te vas?”. La ficción, según ella, frente al documental que produjo Ana Pastor o el libro que escribió Juan José Millás, puede ayudar. Mireia Oriol como Nevenka y Urko Olazabal, como Ismael, se encargan de transmitirlo.
“Cuesta entender por qué pasa eso, por qué no puede irse y el reto de la historia era contestarlo y lo puedes hacer yendo pasito a pasito, viendo cómo esa tela de araña se va cerrando, cómo esa presión social no la deja moverse”, explica la directora, que contó con la propia Nevenka en todo el proceso. “La ficción permite vivirlo con la protagonista, sentirlo con ella. Esta es una historia fabulosa de contar porque lo tiene todo, es pionera, épica, pero a mí lo que me interesa es ir al centro a por qué y cómo ocurre esto. La ficción tiene un gran poder de comunicación y de emoción”.