Después de una prolongada incursión en el cine más taquillero de Hollywood, con papeles en franquicias de acción como Divergente, Terminator y Suicide Squad, el actor regresa a su Australia natal para protagonizar Dangerous Animals, del director Sean Byrne, un nuevo giro al cine de terror, el cruce entre los asesinos en serie y el cine de tiburones.
Estrenada en el pasado Festival de Cannes, Dangerous Animanls, de Sean Byrne (The Devil’s Candy), fue uno de esos extraños alivios de género que entretienen y convencen en el gran templo del cine. Después de recibir aplausos allí por juntar asesinos en serie y tiburones llega a los cines este 14 de agosto con una mezcla de suspense, humor negro y una mirada sanguinolentamente divertida a los instintos más primitivos del ser humano. Su protagonista, Jai Courtney nos habla de su paso al lado oscuro.
Estás acostumbrado a interpretar al bueno en muchas películas de Hollywood. ¿Cómo ha sido cambiar a un asesino en serie absolutamente demente?
He interpretado antes a villanos, un par de veces, y siempre quieres transmitir la sensación de amenaza y dar miedo de verdad, pero creo que el desafío de estos papeles es encontrar la forma de divertirse. No me gusta interpretar al mal sólo por ser malvado. Creo que todos tenemos luz y oscuridad dentro, como también límites morales que podemos traspasar.
¿Dónde has hallado la luz en este personaje?
En los villanos, la maldad está llevada al extremo, pero siempre esconden algo humano. En Tucker hay mucho dolor y una vulnerabilidad infantil atrapada dentro de él. No intento que la gente empatice, pero al abordarlo como actor, yo sí lo hago. En interpretación hay una vieja regla: no juzgues a tu personaje. Si lo haces, no desafías las ideas preconcebidas de nadie.
¿Exploraste el pasado del personaje con el director?
Sí, un poco. Tucker fue víctima de un ataque de niño. Hay una línea donde Heather le pregunta por qué nadie lo cuidaba y él responde: “Digamos que pasé mucho tiempo solo”. Esa fue la clave para entenderlo. Ahí pensé: “Vale, vamos a descubrir de dónde viene todo esto”. Esa ya era una pista para que yo empezase a reflexionar y a decidir que tenía unos problemas importantes de abandono, y cuando dejas a alguien a su suerte, esa persona se aísla de la sociedad, cargando con una herida que no es real, y empieza a crear una realidad propia. Es algo que está ocurriendo por debajo de la superficie, pero son aspectos que le dan color a la interpretación.
Hablando de tiburones, tú eres australiano, ¿qué relación mantiene tu país con esa especie animal?
Nuestra relación con ellos se basa en una fascinación por lo desconocido. Hay expertos en la vida marina, pero para la mayoría, los tiburones son inalcanzables. Y como son prehistóricos, eso los hace más aterradores. No es como ver un oso en tu jardín (que me pasó). No ves a un tiburón nadando y piensas “oh, qué tierno, voy a sacarle una foto”. No puedes acariciar a un tiburón.
¿Los has tenido a corta distancia?
En el rodaje estuvimos más cerca de ellos de lo que hubiéramos querido: un tiburón toro tiró a uno de nuestros buzos de seguridad y le arrancó la aleta del pie. No lo hirió, pero pudo haber sido una tragedia. Hasta ese momento nos reíamos, y luego fue: “¡Esto es real!”. Todavía no he buceado con tiburones, pero aun así, lo haría. Yo era el típico chaval que veía documentales en Discovery Channel.
¿Qué opinas de la manera en la que se les ha retratado en el cine?
Algunos lo han hecho muy bien, como Spielberg, que generó mucho suspense. Cuando ves demasiado al tiburón, pierde fuerza. En esta película, Sean lo equilibró bien. La mayoría de las imágenes son de tiburones reales, con apenas uno o dos fotogramas generados por ordenador. Y eso ayuda. Si lo haces digital, muchas veces no funciona. Ver la aleta en la superficie ya es suficientemente aterrador.
¿Te gustan las películas de terror?
Sí, pero no las consumo todas. Me gustan las que proponen algo distinto, las que te sacuden. Las películas de Ari Aster, por ejemplo, me han interesado mucho. Pero soy más de thrillers clásicos. Hannibal Lecter es probablemente mi asesino favorito del cine. La actuación de Anthony Hopkins es difícil de superar.
Es curioso que el terror sea de lo poco que sigue funcionando en cines, ¿no?
Me parece genial. Tienen su público fiel. Hay que apoyar cualquier género que lleve a la gente al cine. El terror entretiene, y eso es lo que la gente busca. Vivimos tiempos difíciles. Las plataformas de streaming han puesto a prueba nuestra capacidad para digerir el contenido y la forma para acceder a él. No es necesariamente algo malo, pero tendremos que seguir evolucionando. Siempre habrá un lugar para el cine palomitero y puede ser una forma de rescate de la experiencia en salas. Estoy orgulloso de formar parte de algo que la gente va a disfrutar.
Tuviste tu gran momento en Hollywood con proyectos como Suicide Squad. ¿Te veremos pronto en otro gran papel?
No lo sé. El sistema de estudios es complicado. Al principio parecía una trayectoria directa, pero con el tiempo cambian las prioridades. He hecho mucha televisión, cine independiente… Es difícil que esas pelis lleguen al público. Pero esta saldrá en cines en todo el mundo. Tengo cosas nuevas, como una comedia conceptual australiana que se llama The Fox y voy a empezar un thriller político en EE UU. Hay cosas emocionantes en camino.
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