En La luz de Aisha, una joven aparece atareada guardando utensilios varios antes de salir corriendo por los tejados de una ciudad del Al-Ándalus del siglo XI. Trepa, salta y acelera. Sobre su cabeza, unos bonitos fuegos artificiales. Se da prisa para llegar hasta una muralla desde la que contribuirá al espectáculo lanzando su propia creación de luz y color. Así es como conocemos a Aisha (voz en español de Michelle Jenner), una joven de 14 años que quiere llegar a ser una gran maestra pirotécnica. No lo va a tener fácil. Su padre, Ahmad (doblado por José Posada), escribano de la corte, quiere que continúe con la tradición familiar de la caligrafía. “La luz no se puede encerrar en una jaula, no se puede convertir en mercancía. Fluye desde dentro”, asegura uno de los personajes durante la película. El alquimista Txawir, será quien se dé cuenta de esa luz interior que mueve a Aisha y la utilizará para engañarla y conseguir que le ayude a robar un peligroso libro que custodia Ahmad.
Tras esto, el padre de la joven será encerrado y ella tendrá que lanzarse a la aventura de recuperar el ejemplar para salvarle. Con guion de Xavier Romero y Lllorenç Español, su directora, Shadi Adib (Fuse, Ode), se ha enfrentado con La luz de Aisha a su primer largometraje. “Enseguida conecté con la historia”, cuenta. “Cuando era adolescente, me gustaban mucho las películas coming-of-age con un punto de aventura: captan la pasión y la urgencia de la juventud. Así que, cuando se me planteó esta oportunidad, sentí que no sólo podía encender esa chispa en un público joven, sino también revivir esas emociones”.
Esa pasión y urgencia de la juventud las encarna Aisha, curiosa y valiente. “Es una persona ambiciosa, a menudo tan centrada en alcanzar sus objetivos que olvida todo lo demás”, prosigue Adib. “Los niños no cargan con las preocupaciones por los costes o el tiempo que supone algo y por eso abrazan el presente. Hay una lección que podemos aprender de Aisha: la importancia de disfrutar de cada momento, ser curiosos y abrirse a la vida”
En sus aventuras, Aisha va a moverse por un mundo brillante, soleado, de colores cálidos y creado con imágenes bellas y expresivas. No en vano, estamos hablando de una época que, frente a las imágenes que hoy tenemos en mente de Oriente Medio, fue muy luminosa, cargada de sensibilidad cultural y de interés por la ciencia. “No estoy aquí para decir que la imagen que Occidente tiene hacia Oriente esté bien o mal”, explica la directora. “Sin embargo, creo que necesitamos dejar de ser tan rígidos, adultos y conservadores y permitirnos a nosotros mismos y a los demás sentir libremente”.