Eran Riklis (Los limoneros) adapta la autobiografía de Azar Nafisi, Leer Lolita en Teherán, sobre la opresión de la mujer iraní y el poder de los libros.
Eran Riklis tenía unos 14 años cuando su familia se mudó de Israel a Río de Janeiro. “Era 1968 o 1969, Brasil era una dictadura, EE UU estaba en Vietnam… era un periodo muy interesante y yo era un chico estúpido de Israel, no sabía nada, era muy naíf y provincial y allí aprendí sobre el mundo. Mi profesora de literatura en el colegio en Río me abrió los ojos, en vez de empezar por Crimen y castigo o títulos así, nos dio un libro americano, Alguien voló sobre el nido del cuco (Ken Kesey, 1962), que luego fue una película, como todos sabemos. Yo leí ese libro ¡y guau! El mundo explotó para mí”.
El director de La novia siria (2004) o Los limoneros (2008) cuenta esta anécdota para explicar, por un lado, cómo y por qué se convirtió en cineasta. “A partir de esa novela, empecé a ver en los libros ideas, situaciones, personajes, imágenes… me los llevaba al mundo del cine. Y siempre digo que para hacer buenas películas necesitas un fondo literario fuerte”, explica. Y, por otro, la anécdota le sirve para explicar por qué se sintió atraído hacia su última película, Leer Lolita en Teherán, presentada durante el pasado BCN Film Fest, adaptación de la autobiografía de la escritora iraní, Azar Nafisi. “Fue un placer entrar en una historia que respeta la literatura tan profundamente”, resume el director.
“Leí el libro de Azar por primera vez en 2008, como cinco años después de que se publicara, me gustó, acababa de hacer Los limoneros, y pensé, mujeres, situación política… pero se me cruzaron otros proyectos y cuando volví a releerlo en 2016 me extrañó que nadie lo hubiera querido llevar al cine aún”, relata Riklis. Y sí habían querido, pero las propuestas que le habían llegado a Nafisi “eran demasiado americanas”. “Ella no quería eso y le gustó mi visión y me dio su bendición para llevarme su historia personal a mi terreno”.
Leer Lolita en Teherán cuenta la vida de Nafisi, de cómo volvió a Irán en 1979, tras la revolución, y cómo pasó de enseñar literatura libremente en la universidad a hacerlo de forma clandestina para un grupo de mujeres en su casa. De cómo acabó volviendo al exilio y no regresó jamás a un país que hoy sigue persiguiendo a las mujeres.
Una de las primeras cosas que Riklis tuvo claro, de hecho, fue contar en Leer Lolita en Teherán con actrices iraníes en el proyecto, tres de sus protagonistas, además, Golshifteh Farahani (que hace de Nafisi), Zar Amir-Ebrahimi (Holy Spider) y Mina Kavani (Los osos no existen) son exiliadas. “Añaden toda su experiencia, memoria y emociones a sus personajes y eso hacía más real y auténtica la película”, explica el cineasta. “Esta es una historia universal sin tener que decirlo o esforzarse por demostrarlo, porque es obvio, la opresión que vivieron esas mujeres se puede entender y compartir en cualquier parte del mundo hoy”.