Marina Seresesky dirige ‘Sin instrucciones’: “Dicen que las primeras películas, en el fondo, son siempre sobre las madres”

Sin instrucciones

Marina Seresesky dirige Sin instrucciones, la adaptación española de la mexicana No se aceptan devoluciones. Paco León es un soltero que ve cómo su vida cambia repentinamente y para siempre con la llegada de una hija que desconocía.

Hace 26 años, Marina Seresesky decidió venirse a España desde su Argentina natal y, aunque lo hizo como actriz, la vida, como en su última película, Sin instrucciones, le tenía preparado algún que otro giro de guion. “Tenía la necesidad de pasarme al otro lado, todo fue yendo a mejor y acabé dirigiendo un largo”, recuerda. “La puerta abierta (2016), paradójicamente, me abrió muchas puertas. Ha sido muy natural acabar haciendo esta peli porque yo he trabajado con muchos niños y es el tono con el que me siento cómoda”.

Sin instrucciones es “una historia de amor entre un padre y una hija”, cuenta su directora. “El personaje de Paco León, Leo, recibe la noticia de que tiene una niña [interpretada por Maia Zaitegui] y va aprendiendo a quererla a pesar de no estar preparado”.

Aunque a priori parecía que la historia le venía como anillo al dedo, Seresesky se enfrentaba al reto de versionar No se aceptan devoluciones (Eugenio Derbez, 2013), un gran éxito en varios países. De origen mexicano y rodada en español, acabó alcanzando el hito de ser la película más taquillera de habla hispana en EE UU.

Ahí es nada. Ante eso, su primer propósito fue hacer una versión muy nuestra, muy cercana. “Lo primero que hago es leer la adaptación de Marta Sánchez, la guionista, y de ahí veo las anteriores, pero creo que esta es muy cercana al sentimiento español de la paternidad, y, sobre todo, que está hecha a medida para Paco”, cuenta.

LA BUSCADA PAREJA PERFECTA

“En Paco pensamos desde un primer momento, cuando se vea la peli, se entenderá”, revela la cineasta argentina. “No creo que haya un actor que pueda hacer esto tan complicado ahora mismo. Es un prodigio de la comedia, pero hay una parte muy emocional y era un desafío. Por un lado, está el cómico, pero vais a ver un Paco muy profundo”. A su lado, necesitaban a una niña actriz, quizá el personaje más difícil de encontrar. Seresesky se deshace en halagos con Maia Zaitegi, convencida de que ha encontrado en ella y Paco a la pareja perfecta. “No tengo palabras para Maia. Es imposible describirlo en una entrevista”, afirma.

“Vimos muchas actrices porque comparte casi toda la peli con Paco y es muy complicado encontrar a una niña que esté a la altura en comedia y emotividad. Vi La ermita (de Carlota Pereda) en los castings finales, pero la decisión llegó cuando hicimos la prueba con Paco. Hicimos un encuentro y ahí no hubo ni que hablar, el enganche de ambos fue inmediato”.

Podría pasarse años hablando de Maia, asegura, pero lo que más le sorprendió fue la sencillez y naturalidad con la que le salía actuar con Paco León. Tanto, que no pudo resistirse a preguntarle y la respuesta terminó de enamorarla: “Un día le pregunté cómo lo hacía tan fácil y ella me dijo: ‘Es que él tiene una hija y sabe lo que es quererla y yo tengo un padre y sé lo que es quererle’. El resultado es exquisito y estoy fascinada”.

Y aunque parezca increíble, Maia no ha sido la más joven del rodaje. Por si el reto no era suficiente, en el set había no un bebé, sino dos. “Ha sido mi primera vez con bebés y realmente es una experiencia muy loca”, relata Seresesky.

“El protagonista tiene una relación desde el principio con la niña, así que tenía que salir y contamos con dos mellizas para rodar. El espíritu del set cambia totalmente y lo principal era cuidarlas, con consecuencias complicadas. Es como trabajar con una bomba a punto de explotar, nunca sabes cuándo querrán dormir, llorar, comer... pero su madre nos lo ha puesto muy fácil, y eso es todo un tema, los padres de los niños y niñas actores son siempre un factor muy importante en las producciones”.

Cerrando el triángulo protagonista, está Silvia Alonso (Señor, dame paciencia; Veneciafrenia). “A Silvia la conocía y me encantaba como actriz, hizo un casting y fue perfecta para el papel”, cuenta esta directora que, como buena argentina, valora sin distinciones la elección y trabajo de protagonistas y hasta el último actor de reparto (entre quienes vemos también a Malcolm Sitté, por ejemplo). “Hemos cuidado mucho los papeles secundarios”, confirma. “Para mí, es el jugo de las películas, yo vengo de una tradición de mi país donde los secundarios son muy trabajados y no hay papel pequeño”.

HIJOS SOMOS TODOS

Tampoco hay comedia sin drama y este relato no podía ser menos. Seresesky nos adelanta que el de Sin instrucciones no es un camino en línea recta y que hay risas, pero que tocará la fibra del espectador. “Es una comedia dramática y hay una trama que va mucho a la emoción”, explica. “Hemos querido ser muy sutiles y no ser muy pastel, pero en el último tercio de la película, lo emocional supera a la comedia. Da muchas sorpresas. No es una comedia de gags, va mutando y entrando cada vez más en lo profundo de la relación. Es un buen viaje”.

Un viaje en el que el origen y el destino son parte esencial de la historia; y, en este caso, la localización no ha sido un asunto menor. Rodada en diferentes lugares del País Vasco, el camino hacia la nueva vida de Leo empieza en Canarias: “Es un paraíso para el personaje que vive allí la vida loca hasta que tiene que marcharse a Bilbao, donde le cambia la vida. Llueve, hace frío y, además, ahora es padre. Esta polaridad nos ayuda mucho a contar la historia. Rodamos en el casco viejo, el Guggenheim… Ha sido un absoluto lujo que nos hemos permitido y ayuda a seguir el viaje del personaje de Paco”.

En ese viaje, además, se levanta un tema que, revisando la filmografía de Marina Seresesky, nos encontramos recurrentemente. Su cortometraje La boda (2012) nacía de su documental Madres 0,15 el minuto (2011), sobre mujeres migrantes que viven separadas de sus hijos. En La puerta abierta, la protagonista, Carmen Machi, se hace cargo de una niña de manera inesperada y la acaba acogiendo como una madre, y en la última Empieza el baile (2023), Darío Grandinetti descubre que tiene un hijo de casi 40 años. “Dicen que las primeras películas, en el fondo, son siempre sobre las madres”, cuenta. “Realmente, es un tema que me interesa mucho porque hijos somos todos. Creo que también tiene que ver con estar lejos, este sentimiento de estar separada de los padres. Quizá sea por eso, aunque no ha sido intencionado, pero, pensándolo, debe de ser un tema que me interesa desentrañar, estas relaciones que nos marcan hasta la vida adulta. Mi siguiente película, que es argentina, tiene que ver un poco con eso… ¡Y ahora mismo me doy cuenta!”.

Pero antes, en el horizonte cercano de Seresesky está Islas, su nuevo largometraje ya rodado, que no sólo es un paso más de su carrera en España, también supondrá la vuelta de Ana Belén a la gran pantalla. “Hace como 16 años que no hace nada en cine y este es su regreso por todo lo alto”, desvela. “Es la absoluta protagonista con un personaje muy complicado y arriesgado, y se tira a la piscina. Se ha entregado a contar esta historia que es otro tipo de peli totalmente: muy intimista, casi sin música y en una sola localización”.

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