Las identidades borradas, la vejez, los cuidados a los mayores o la homofobia son algunos de los temas que desfilarán por ‘Maspalomas’, la nueva película de José Mari Goenaga y Aitor Arregi (‘Marco’), protagonizada por José Ramón Soroiz.
Por Begoña Piña
Cine intimista con fondo social y de denuncia, Maspalomas es el nuevo largometraje de ficción de los Moriarti, José Mari Goenaga y Aitor Arregi, que con él vuelven al tono de algunas de sus películas anteriores, como 80 egunean o Loreak. Protagonizada por José Ramón Soroiz (Cinco lobitos), es la historia de Vicente, un hombre mayor abiertamente homosexual que, cuando es ingresado en una residencia, decide volver al armario.
Unas vacaciones hace unos años en Maspalomas (Gran Canaria) de José Mari Goenaga, que en esta ocasión firma el guion en solitario, y un reportaje sobre la situación a la que se enfrentan hombres homosexuales mayores cuando tienen que ir a vivir a una residencia fueron los detonantes de esta historia. “Estuve en Maspalomas con mi pareja en 2016 por primera vez y ya me llamó la atención la oferta que hay de ocio, de bares, de lugares de ambiente gay”, cuenta. “Pero, sobre todo, la de gente mayor que hay ahí y que, en otros ambientes de ocio, parece que desaparecen”.
“En las residencias –explica el director y guionista–, los mayores tienden a esconder su homosexualidad de nuevo. Puede ser por la realidad que se encuentran o por el temor a no ser aceptados. Esto me interesaba, sobre todo porque es gente que lo ha tenido mucho más difícil que generaciones más recientes para salir del armario”.
Rodada en 35 mm, la película tiene música de Aránzazu Calleja (Marco), fotografía de Javier Agirre (Maixabel, Cristóbal Balenciaga) y montaje de Maialen Sarasua (Marco), colaboradores habituales de estos cineastas, que han vuelto al celuloide gracias a un presupuesto que se lo permite.
“Nos apetecía mucho volver al formato analógico. La película, cuando muestra Maspalomas, es como una especie de evocación y en eso nos ayudaba mucho el celuloide, para mostrar un lugar casi idealizado”, dice Goenaga. “Y luego en la residencia también, al tratarse de un lugar de por sí tan frío, tan despojado de preciosismos, nos ayudaba a dar a todo eso una cierta calidez”.
Porque Maspalomas, a pesar del drama que retrata, contará con momentos de alivio, con cierto sentido del humor. “Nosotros siempre metemos algunas pinceladas de comedia o lo intentamos”, añade el cineasta, que dice: “Creo que son personajes que en ese sentido están tratados con ternura. No hemos querido hacer un drama deprimente, sino que es un drama que pueda también disfrutarse por momentos con una sonrisa. Es un poco volver a nuestras primeras películas”.
La vejez, el cuidado a los mayores y la homofobia son temas que aparecerán en esta historia, por momentos con un tono de denuncia, “porque, al final, ya el simple hecho de tratar un tema como el de la reivindicación de la orientación sexual de un mayor o el hecho de intentar retratar la realidad de las residencias, te lleva a denunciar”, afirma Goenaga que, sin embargo, matiza: “No sé si es la palabra, denunciar, pero desde luego sí a reflexionar sobre una realidad que está ahí y sobre la que yo creo que hay que reflexionar bastante”.
Una narrativa lineal y una historia trazada gracias a los diálogos entre los personajes son elementos clave de esta película, en la que los cineastas también revelarán lo fácil que es perder lo conquistado, por muy difícil y duro que haya sido el proceso de conseguirlo.
“Es una película intimista, pero también intenta reflexionar sobre cómo podemos perder los derechos o lo conquistado a la mínima –afirma–. Es eso trasladado a una historia intimista, pues habla de alguien que puede perder aquello que ha logrado y que va a depender mucho de su determinación y de su tenacidad y de su fuerza el intentar defenderlo para que no se pierda”.
Maspalomas, por otro lado, será una película también “contemplativa”, en la que primarán los diálogos, pero que tendrá momentos en los que la historia se narrará desde los pensamientos “que estén pasando dentro de la cabeza del personaje. ¡Hay tantas cosas importantes que no se verbalizan!”.
Ideas que moverán la acción de Vicente, interpretado por José Ramón Soroiz, a quien el equipo de maquillaje y peluquería han envejecido para algunas secuencias de la película. “No le envejecemos mucho, porque creemos que la gente no va a estar fijándose tanto en si tiene un aspecto bueno. Y en la historia se habla de eso también. Pero, sí, hay sobre todo una parte de la película en la que el personaje está bastante perjudicado”.
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