Muy lejos, la ópera prima de Gerard Oms es una de las mejores películas de esta edición del Festival de Málaga.
Sergio es un fanático perico entrando como loco al estadio de fútbol de Utrecht con la afición del Espanyol, es uno más en ese ambiente duro, macho, agresivo. Al acabar el partido, siguen la juerga por bares. Las conversaciones que se escuchan incluyen “maricón”, “me la pedí”, palabras y expresiones que cada vez parecen incomodarle más al protagonista.
Cuando al día siguiente tienen que volver a Barcelona, Sergio finge que ha perdido su cartera y documentación para quedarse en la ciudad holandesa. Está solo, perdido. Ese henchido físico con el que se movía acompañado de los colegas empieza a hacerse pequeño, tiene que empezar de cero, buscar el trabajo que pueda, dormir donde pueda. Pero es así, lejos de todo lo que no conocía, cuando empieza a conocerse a sí mismo.
Gerard Oms, el director, es un reconocido coach de actores. “Me has cambiado como actor”, le dijo Mario Casas subido al escenario cuando recogió el Goya por su trabajo en la película en la que se conocieron, No matarás. El rodaje en el que Casas le prometió ponerse en sus manos cuando Oms se decidiera a dirigir. Promesa cumplida. Y el resultado, por confianza, amistad, por lo bien que se conocieran quizá el uno al otro, es el mejor trabajo de la carrera de Mario Casas. Un Mario Casas que sabe aprovechar ese físico duro para llevarlo por lugares que no lo habíamos visto hasta ahora.
Como dice Oms, este es “un viaje hacia la ternura”, es un conmovedor viaje de descubrimiento emocional tardío, porque no estamos ante un niño o un adolescente, es ya un adulto responsable, pero que se sentía ahogado. Esta es la historia del director y por eso la sitúa en 2008, en plena crisis económica, cuando él también tuvo que irse de España. Y la mueve hasta Utrecth y ha acabado rodando hasta en el mismo restaurante en el que él fregó platos. Es una catarsis muy íntima la que el director se atreve a compartir con el público.
Muy lejos es un plantarse frente al miedo y poder respirar cuando uno ya puede ser quien es. Y para lograrlo Sergio tiene que hacerlo en un entorno ajeno, difícil, en el que no entiende el idioma, ni conoce a nadie, pero depende y aprende de la solidaridad y generosidad de otra gente que está o ha estado en situaciones parecidas o peores.
Además de ser una reflexión personal, lo interesante del debut de Oms es que lo atraviesa de una mirada social, presentando esos inmigrantes de primera y de segunda. Sergio, a pesar de los difíciles momentos que vive, es un privilegiado frente a otros que conoce en este viaje. Y de eso también se da cuenta, aunque tarde y de mala manera.
Entre los personajes que se va cruzando está el que interpreta David Verdaguer, un hombre opuesto al Sergio de Mario Casas, seguro de sí mismo, superviviente avispado, que se cree mejor que los demás. También está Yusuf (Yliass El Ouahdani), un inmigrante en situación ilegal que le va ayudando. Y la maravillosa mujer (Jetty Mathurin) que le acoge en su casa sin esperar nada a cambio que buena y tranquila compañía. Un pequeño grupo gracias al que Sergio acaba encontrando ese sitio en el que sentirse por fin cómodo dentro sí mismo.