Nuevos talentos: Marisa Abela, una carta de amor a Amy Winehouse

Marisa Abela

Tiene raíces judías, una madre actriz y 27 años, la misma edad que Amy Winehouse cuando murió. En Back to Black encarna a uno de los mayores talentos musicales de nuestro tiempo, su adolescencia, su vida adulta, la creación de su icónico álbum Frank, y su muerte. Un relato luminoso basado en material escrito por la artista para homenajear su vida y su legado inolvidable.

Antes de cruzarse en el camino de Sam Taylor-Johnson, directora de Cincuenta sombras de Grey, Marisa Abela (Brighton, 1996) ya tenía una trayectoria cuyo papel más destacado era el de Yasmin en la exitosa serie de HBO y BBC, Industry, a la que más recientemente ha sumado una pequeña participación en Barbie y personajes de reparto en Cobra y el thriller Agente oculto.

Sin embargo, lo cierto es que su rostro seguía siendo relativamente desconocido, y, precisamente, eso es lo que
Taylor-Johnson buscaba en la afortunada actriz que fuera elegida para encarnar a la icónica y ya desaparecida Amy Winehouse en Back to Black, su biopic cinematográfico.

Y no sólo era idea de la directora, el padre de la cantante estaba alineado con ella, al menos, desde 2018, cuando
habló en una entrevista con El País sobre quién desearía que encarnara a su hija: “No sería Lady Gaga. Ella no habla nuestro tipo de inglés. No me importaría apostar por una actriz desconocida. Joven, inglesa y de Londres que se parezca un poco a Amy”.

Pues bien, Marisa Abela tiene eso, y un poco más. Nacida en Reino Unido, sólo tiene 27 años, la misma edad que Amy cuando falleció, pero, además, la actriz tiene raíces judías como la cantante de Valerie, algo que los productores consideraron relevante. Y así fue. En una entrevista con Harper’s Bazaar la actriz reveló que le ayudó mucho: “Al ver a esa mujer orgullosa y guay, que llevaba una gran estrella de David en el escote y un bonito sujetador, entendí cómo sería una cena de viernes por la noche en su casa y el humor de su familia”.

Hija de una actriz de teatro, Caroline Gruber, y de un cómico y director de escena, que no estuvo muy presente
en su vida, Abela sintió muchas más conexiones con la cantante: “Me identifiqué con la situación de Amy: ansías la atención del padre que no está y pones a prueba los límites del que sí está. Yo me ensañaba con mi madre cuando era más pequeña”.

La vida de su madre le sirvió para entender la precariedad y el desempleo, desde pequeña sabía que la carrera de actriz podía ser muy dura, así que decidió estudiar Historia, pero de camino a unas jornadas universitarias pasó por delante de la Academia de Arte Dramático y acabó matriculada: “Algo que aprendí de ella es que no puedes evitar hacer algo desde el miedo. Así me sentí también con el trabajo de Amy”.

CARTA DE AMOR A AMY

Esta no es la primera vez que la vida de la artista se lleva a la gran pantalla, en 2015 el documental Amy recogió algunos de los momentos más destacados de su ascenso y caída en una cinta oscura que no escatimaba en relatar los episodios más crudos de su trayectoria. Pero esta vez Abela tiene una misión muy distinta, encarnar a una Amy luminosa y brillante en una historia contada exclusivamente desde su punto de vista, la primera vez que conoce a su marido Blake Fielder-Civil (interpretado por Jack O’Connell) y su deseo de tener un hijo: “Queríamos asegurarnos de que homenajearíamos su vida, que no nos limitaríamos a lo más obvio, ya se sabe, las drogas, el alcohol, la toxicidad, sus padres, todo con lo que la prensa la atacaba. Se trataba de concentrarnos en su voz, talento, actitud y honradez”, ha dicho la directora.

Antes de reunirse con Sam Taylor-Johnson, Marisa Abela estudió a Amy a conciencia, y lo hizo rebuscando en su
etapa previa a la fama, cuando devoraba los discos de Sarah Vaughan, Ella Fitzgerald y Lauryn Hill. Pero no todo fue tan fácil, la primera vez que le ofrecieron el papel, lo rechazó: “Es demasiado grande”, sigue diciendo hoy.

Por suerte, su agente la convenció y poco después estaba delante de la directora de casting Nina Gold, sin saber que esa reunión le depararía uno de los retos más importantes de su incipiente carrera, ponerle rostro y voz al legado de una de las artistas más influyentes de nuestro tiempo.

Taylor-Johnson recuerda su audición como la certeza de que la búsqueda se había acabado: “Siete actrices llegaron
vestidas como Amy, pero Marisa llegó vestida como Marisa, y ella fue la única que, cuando miraba a cámara, era Amy”, recuerda. “Supo encontrar algo en su interior que reflejaba quién era. Son momentos mágicos para una directora. Todos en esa sala nos miramos: la habíamos encontrado”. Durante los siguientes meses Marisa Abela no sólo trabajó en descubrir a Amy, si no que se puso como objetivo convertirse en ella.

UNA TRANSFORMACIÓN DE CUERPO, ALMA Y VOZ

La actriz se mudó al barrio de Camden, donde Winehouse residía, decidida a vivir y sentir lo que experimentaba la
artista, y para eso sus gestos no eran suficientes, había que meterse en su cuerpo de la forma más literal posible, así que, con ayuda de profesionales, se hizo tan pequeña como ella, que sufría desórdenes alimenticios.

En Back to Black se recrean varias actuaciones en directo, una de las más icónicas es la de los Grammy, donde ganó el Premio Disco del Año por Rehab. Abela se atrevió a cantar en directo, es su voz la que oímos: “Necesitaba aprenderme cada detalle. Amy es realmente una cantante de jazz, nunca vuelve a hacer exactamente lo mismo”.

Parece que, por el momento, Marisa Abela no acertó con sus malos augurios a cerca de su vida como actriz. Ni escasez, ni desempleo. Se encuentra en su momento de mayor éxito profesional hasta ahora, y ya hay nuevos proyectos en el futuro. Pronto la veremos en Black Bag la nueva película de Steven Soderbergh, compartiendo pantalla con Cate Blanchett; y, a finales de este año, volverá a ser Yasmin en Industry.

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