Máximo Décimo Meridio murió, pero, para sorpresa de todos, dejó un heredero, Lucio Vero, hijo de Lucila, y sobrino del fallecido Cómodo y a quien da vida Paul Mescal en Gladiator II. La esperada secuela del épico filme de Ridley Scott, otro viaje en busca de venganza y libertad en el que también andan por ahí Pablo Pascal y Denzel Washington. Hablamos con el director del filme original, de este, y de su carrera.
Por Marco Cacioppo
Hay que decir que los rumores sobre una posible secuela de Gladiator, ganadora de cinco Oscar, con 500 millones de dólares en taquilla (una cifra que seguramente ha seguido creciendo) e inventora de frases como “A mi señal, desatad el infierno”, empezaron a circular casi de inmediato, sobre todo cuando se habló de la participación del músico Nick Cave en el guion. Sí, increíble pero cierto, el músico se imaginó a Máximo, que moría al final de la primera película, resucitando del Hades como una especie de héroe mesiánico para completar una misión que le había asignado el mismísimo Júpiter.
Han tenido que pasar más de 20 años y reescribir por completo un guion que, antes de llegar a la versión final de David Scarpa, pasó por muchas otras manos. De Scarpa fue la idea de convertir en el protagonista de Gladiator II a Lucio Vero, hijo de Máximo y Lucila, sobrino del antiguo emperador de Roma Marco Aurelio (Richard Harris), asesinado a traición por su hijo Cómodo (Joaquin Phoenix). Un jovenzuelo al que interpretó Spencer Treat Clark y al que, aquí, toma el relevo Paul Mescal (Normal People, Aftersun). Al igual que el tiempo transcurrido entre el rodaje de los dos filmes, han pasado más de dos décadas desde la muerte de su padre Máximo.
Lucio, que no ha visto a su madre Lucila (Connie Nielsen) desde hace al menos 15 años, vive con su mujer y su hijo en una ciudad costera de Numidia. Un mal día, unos soldados romanos dirigidos por el general Marco Acacio (Pedro Pascal) invaden su casa, matan a sus seres queridos y obligan a Lucio a convertirse en esclavo. Sabemos que la historia avanza en forma de ciclos que se repiten, así que el joven, inspirado por las hazañas de su padre Máximo, decide recuperar su libertad luchando como gladiador bajo la tutela de Macrino (Denzel Washington), un antiguo esclavo que conspira para derrocar a los jóvenes emperadores Caracalla y Geta (Joseph Quinn y Fred Hechinger).
Un reparto de primera, mucho realismo y bastantes efectos para otra épica marca de la casa Scott. Como diría Máximo Décimo Meridio: “¡Fuerza y honor, todo lo demás es polvo y aire!”.
¿Por qué esperar 23 años para hacer una secuela?
Escribir un guion es como escribir un libro. Y eso es una de las cosas más difíciles de hacer. En estos 23 años, he rodado al menos 20 películas. He estado muy ocupado, pero aun así no he dejado de pensar en lo que quería contar en la secuela. Me pregunté qué le había sucedido después y esta pequeña idea, con tiempo y paciencia, se convirtió en la nueva película. De ahí a escribir 130 páginas es todo un reto. Requiere tiempo.
¿Cuándo empezaste a pensar en Paul Mescal como protagonista?
Cuando lo vi en Normal People. Parecía un tipo interesante y enseguida me di cuenta de que se parecía a Richard Harris, uno de mis actores favoritos de todos los tiempos. Tiene la misma nariz y una gran fuerza irlandesa. Al mismo tiempo, tiene la frescura de Albert Finney, hasta el punto de que, mientras ultimaba el guion, no podía dejar de pensar en él. Al final le llamé y le propuse la película. Aceptó al momento, incluso antes de leer el guion.
Es sabido que tu pasión por las películas históricas te lleva a hacerlas sin recurrir demasiado a lo digital. ¿Por qué querías reconstruir Roma en lugar de recrearla digitalmente, a pesar de que los tiempos hayan cambiado y la tecnología avanzado?
He descubierto que es más barato hacerlo desde cero que rodarlo todo en una pantalla verde. Mi Roma está construida en un 80%. Y luego está la luz… ¡La luz! Es una de las características de mis películas. Construí el Coliseo a escala real en un 40%. Es mucho más barato. En este caso, terminamos 10 millones por debajo del presupuesto.
Sin embargo, el rinoceronte y la batalla naval en el Coliseo sí que se han recreado con tecnología digital. ¿Es cierto que tenías esta escena en mente desde la primera película?
Sí, pero hace 20 años habría sido demasiado caro hacerla debido a los límites de la tecnología. Desde entonces hemos evolucionado mucho, tanto en lo bueno como en lo malo. Soy una persona que abraza el desarrollo tecnológico, aunque tengo mis reservas sobre la IA.
En mi opinión, ahora es el momento adecuado para ello, antes de que resulte peligroso. Y, en cualquier caso, lo artificial me parece bastante aburrido creativamente hablando.
¿Cómo compararías el trabajo con Russell Crowe y con Paul Mescal?
Elegí a Russell después de ver L.A. Confidential, por consejo de mi amigo Michael Mann. Cuando nos conocimos, pesaba unos 30 kilos más de lo que debía para el papel. Me aseguró que cambiaría la grasa por músculo y debo admitir que nunca tuve ninguna duda de que sería mi gladiador. Russell es uno de los mejores actores de nuestro tiempo. Sabía que el guion de la primera película era bastante flojo y, cuando me encuentro en esa situación, me desahogo con la persona más cercana a mí, que en ese caso era Russell. Rodábamos mientras escribíamos, cambiábamos y mejorábamos el guion. Fue difícil, tuvimos dificultades que nos unieron de por vida. En cambio, con Paul el guion ya estaba listo, así que no tuvimos esos problemas. Cuando lo leyó, estaba preparado desde el primer día. El cine de hoy es diferente del de hace 20 años. Estábamos preparados, no hubo sorpresas.
Con Russell hasta llegamos a improvisar y nos divertimos como nunca. La presión era distinta, al igual que el presupuesto y las expectativas. Quizá esta sea la película más compleja que he hecho en mi vida. Ten en cuenta que en Napoleón tuvimos que coordinar a 900 personas y que en Gladiator II había 1.200.
¿Crees que esta es tu mejor película?
La más compleja, pero no la mejor. He hecho tres o cuatro películas bastante bonitas [risas]. Pero eso no tiene nada que ver con el éxito y la fama. ¿Los duelistas? Muy alabada. Alien, todo un éxito. Blade Runner fue un fracaso. Leyenda fue un desastre y alguien me dijo: “¿Por qué no haces una película sobre gente normal?”. Así que hice una película pequeña, La sombra del testigo, después
Black Rain con Michael Douglas y, por último, Thelma y Louise, que fue un éxito de taquilla, de público y de crítica. A partir de entonces, ya no escuché a nadie e hice siempre lo que quise.
¿Alguna idea de cuál podría ser tu siguiente película?
Siempre tengo ideas, muchas, pero también casi 87 años y debo pensar en los proyectos que más me preocupan. Antes que pensar en escribir una nueva historia, prefiero trabajar en Gladiator III. Ya tengo una idea de cómo será, y aunque parezca raro, se me ocurrió viendo El padrino. Parte II.