Sean Penn sobre el papel que le valió el Oscar: «Hoy nunca podría interpretar a un hombre gay»

Sean Penn

A pesar de tener ya una carrera consolidada y un Oscar a sus espaldas (por Mystic River, en 2003), el actor estadounidense Sean Penn atribuye gran parte de su nueva fama a la película Mi nombre es Harvey Milk, de Gus Van Sant, de 2008.

La película, que le valió su segundo Oscar, fue un verdadero punto de inflexión para su carrera. El drama biográfico gira en torno a la figura de Harvey Milk, un activista por los derechos de los homosexuales que en 1977 se convirtió en el primer hombre abiertamente gay en ser elegido para un cargo político en Estados Unidos. Fue un gran éxito, con ocho nominaciones a los Oscar y una lluvia de candidaturas y victorias para el propio Sean Penn, que interpreta al protagonista.

Sin embargo, según el actor, esta hazaña no podría repetirse hoy en día. En una reciente entrevista con el New York Times, la estrella afirmó que hoy, como heterosexual, nunca podría interpretar a un personaje homosexual como Harvey Milk: «Sería imposible en tiempos como los actuales. Es una época en la que nos gusta exagerar. Y esto es una práctica cobarde y sin arte hacia la imaginación humana’.

El actor se refiere aquí a la creciente polémica en torno a los intérpretes heterosexuales de personajes LGBTQIA+; según una parte de la opinión pública, de hecho, deberían ser actores pertenecientes a la comunidad los que, al menos preferiblemente, interpretasen estos papeles.

Sin embargo, que sea imposible para un heterosexual alcanzar el éxito con un papel así, como afirma Sean Penn, no es del todo cierto: ejemplos de ello son algunas jóvenes estrellas como Nicholas Galitzine, que también se ha consagrado como protagonista romántico en películas como Red, White & Blue Blood, o Paul Mescal en Desconocidos, o incluso Josh O’Connor.

El actor irlandés Andrew Scott, protagonista de la citada Strangers y abiertamente homosexual, también se pronunció sobre el tema el pasado diciembre: «Creo que la representación es muy importante, pero también lo es la capacidad de transformarse. No me gusta la idea de que me elijan para un papel sólo por mi sexualidad. Cuando actúo, no hago de ‘el gay’, hago de un personaje con todas sus facetas. No quiero que se convierta en un régimen totalitario: tenemos que mirar la historia que estamos contando y elegir lo que es mejor de vez en cuando’.

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