El actor inglés Simon Pegg, que aparece en seis películas de la saga, nos cuenta qué siente al despedirse de la franquicia y de los amigos que conoció en un viaje de 20 años.
¿Qué opinas sobre la idea de que, al menos hasta donde sabemos por ahora, la franquicia Misión imposible está llegando a su fin?
Ha sido un viaje increíble que nos ha mantenido ocupados durante los últimos 20 años, y en particular estas dos películas porque las rodamos una detrás de otra. Llegar al final es una gran sensación después de todo. Me siento como si hubiera alcanzado un hito. Fue todo un reto, pero en el mejor sentido posible.
¿Y no hay un poco de tristeza al decir adiós a tu personaje y al resto?
Bueno, me temo que responder a esta pregunta sería, en ambos casos, como dar una especie de spoiler. Entonces, será mejor que vayas a ver la película.
Desde que naciera la serie en los 60, ¿cuál es, en tu opinión, el secreto que ha permitido que perdure tanto tiempo y se adapte a los cambios de nuestra sociedad y de la industria cinematográfica?
Todo el mundo siente curiosidad por el espionaje y cómo funciona. Y Misión siempre ha tenido una gran dualidad: por un lado, un pie en el mundo real, en la geopolítica de nuestro planeta. Por otro lado, todas las cosas sofisticadas, los diversos dispositivos, que en su momento probablemente fueron tomados prestados de James Bond. Pensemos en las máscaras. Es una característica única de la saga. Y también pienso en cómo las películas se han convertido en un trabajo en equipo.
Ethan empezó con un gran equipo en la primera película, pero los perdió a todos uno a uno, convirtiéndose en un lobo solitario. Luego, gradualmente, con los años, reunió a un grupo de amigos y compañeros muy leales.
La sala desde la que hablas está llena de recuerdos de tus películas anteriores. ¿Qué gadget trajiste a casa de Sentencia final y los otros capítulos de la saga?
Bueno, McQuarrie me compró este visor, que es una herramienta que usa el director para encuadrar tomas. Mirando aquí, puedes ver los diferentes formatos. Y nos hizo firmar: “Lo resolveremos”, que es el mantra del FMI. Este es mi gadget favorito de Misión imposible, aunque quizás lo use cuando dirija mi propia película. Me gusta mucho la pantalla de Protocolo Fantasma, que hace que parezca que un pasillo está vacío. Luego están las máscaras, por supuesto, que pueden ser muy divertidas, pero siempre pienso que, si bien es genial que el público acepte ese tipo de cosas, la idea de ponerse la cara de alguien e inmediatamente ser esa persona, otra persona, es en sí misma un poco ridícula. Pero como esto es Misión imposible y esto es parte de la mitología, sigamos adelante y suspendamos la coherencia.
