Álvaro Longoria sigue la historia del cuadro aparecido en Madrid en ‘The Sleeper: El Caravaggio perdido’: “No quería un documental aburrido, quería una historia de aventuras”

The Sleeper. El Caravaggio perdido

Una foto en un WhatsApp. Ni el cuadro estaba bien iluminado, ni era una imagen de gran calidad. Una foto en un mensaje de WhatsApp es todo lo que unos cuantos marchantes e historiadores de arte necesitaron para que se empezara a correr la voz: ha aparecido un cuadro de Caravaggio perdido en Madrid. Se encontraba en la casa de subastas Ansorena, estaba valorado con un precio de salida de 1.500 euros y pertenecía a la familia Pérez de Castro que, durante décadas, lo había tenido colgado en el salón de su casa familiar sin saber que podía ser del pintor italiano. “¡Un tipo llegó a ofrecer 20 millones de euros después de ver ese WhatsApp! Imagina qué locura”, dice Álvaro Longoria, director y productor de The Sleeper. El Caravaggio perdido, estrenado en el Festival de Málaga el pasado mes de marzo antes de su salto a los cines.

Longoria arrancó la producción de este documental poco después de que empezaran los primeros rumores sobre el cuadro. Su amistad con Jorge Coll, marchante de arte y director de Colnaghi, una de las galerías más antiguas del mundo, “los primeros que empezaron a comprar y vender cuadros”, le permitió el acceso a la historia.

“Conozco a Jorge desde hace muchísimos años, porque siempre me ha llamado mucho la atención que un cuadro pueda valer muchísimo o poquísimo siendo del mismo autor, pero dependiendo de las modas o porque está firmado por uno o por otro aun siendo el mismo cuadro”, explica el también productor de Campeones. “Total, que cuando empiezan los rumores de que ha aparecido un posible Caravaggio en Madrid, le llamo y le preguntó qué está pasando, y él me contesta que no sólo eso es lo que está pasando, sino que a lo mejor se queda él con el cuadro”.

En ese momento, Longoria, junto a un pequeño equipo, empieza a seguir la aventura de este Ecce Homo perdido, reencontrado y atribuido a uno de los pintores del siglo XVI/XVII con más prestigio aún hoy. “Caravaggio es una estrella del rock”, dice uno de los consultores en el documental. Y así es.

No sólo era su talento, su inconfundible manejo de la luz, los claroscuros y el tenebrismo, que utilizara personas reales, de la calle, como modelos de santos y personajes bíblicos dotándoles de una vida y unas miradas profundas, fue también su propia historia personal –mató a un hombre, murió joven, no tuvo escuela–… así ha seguido viva hasta hoy la leyenda del milanés y la fascinación por su arte. Razones todas ellas para que el precio de un cuadro desconocido subiera de los 1.500 euros en los que se había valorado inocentemente hasta los 300 millones.

Como se lo anunció, lo cumplió, Coll, junto a otros dos socios, consiguió la confianza de la familia propietaria para sacarlo de la puja de Ansorena y esperar a restaurarlo, certificarlo y encontrarle un mejor (y más rentable) hogar. “El cuadro se retira rápidamente y lo meten en un sitio secreto en Madrid, yo me fui rápidamente allí y no sólo lo vi, de pronto me dejaron a solas con ese cuadro que podía valer 300 millones… ¿y si me lo enrollo y me lo llevo?”, se ríe recordando Longoria cómo siguió su aventura casi tintinesca. Porque, precisamente, en ese tono, entre un Tintín y un Indiana Jones, como El secreto de Thomas Crown, o un Ocean’s Eleven, como una historia de misterio y de aventuras, enseguida imaginó The Sleeper. “Yo lo viví así, y me parecía que la mejor estructura para el espectador era una estructura de thriller que, en sí mismo, es muy divertida”, cuenta Longoria. “No quería un documental aburrido sobre Caravaggio, pintor de 1600, yo quería una historia de aventuras, del descubrimiento de un cuadro, quién se lo va a quedar, cuánto vale, se va a salir, es verdadero o no es verdadero…”. Un misterio salpicado de vez en cuando con explicaciones “para que el espectador no se pierda en el viaje” sobre “cómo se valora un cuadro, cómo se restaura, cómo funciona una casa de subastas, qué es un sleeper o durmiente…”, ese término con el que acabó titulando y que hace referencia a estas obras maestras perdidas y reencontradas.

La historia del Ecce Homo de Caravaggio la cubrió la prensa de todo el mundo, pero el acceso a todo el proceso y cómo lo cuenta es lo que hace de The Sleeper una experiencia muy cinematográfica y una aventura en sí misma porque Longoria se metió a seguirla sin saber cómo acabaría. “Podría haber durado un mes o no haber terminado y tenerlo 10 años metido en un cajón. El riesgo es brutal, pero por el dinero que había involucrado intuí que sería más o menos rápido”, explica.

Tuvo acceso a muchas reuniones, otras las tuvieron que “representar” y, por último, vivieron el lujo de rodar a solas en museos como el Prado o la Galería UfÏzi en Florencia. El broche final a una aventura en la que ya se han fijado para hacer una película de ficción que pueda cubrir desde el salón de la familia dueña original a cómo acabó el cuadro colgado en el Prado y en Roma, donde está ahora, como estrella, en una exposición en el Pallazzo Barberini. “De hecho, me has recordado que tengo que llamar a un director, un súper director –remata Longoria–, que me ha llamado porque está interesado en la historia”.

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