Cannes 2024: Yorgos Lanthimos fascina con ‘Kinds of Kindness’

Kinds

Un empleado cumple todos los deseos de su jefe, pero cuando se niega a matar a un hombre es despedido. Una bióloga marina regresa con su marido después de que se le da por muerto, pero él no está convencido de que sea realmente ella. Dos seguidores de una secta dedicada a la pureza de los líquidos tienen la tarea de encontrar al Mesías, pero acaban siendo presa de las tentaciones.

Por Giorgio Viaro

Yorgos Lanthimos atraviesa al mismo tiempo la fase más rica productiva, creativamente prolífica y afortunadamente recibida (entre público y premios) de su carrera, un hat-trick que ha bendecido a pocos autores tan radicales en la historia del cine.  Kinds of Kindness , una vez más distribuida por Searchlight (es decir, Disney), representa una vez más esa «arthouse para el gran público» de la que el director griego es el mejor ejemplo en el mercado, cuyo imaginario surrealista e inquietante ahora es ampliamente aceptado.

La estabilidad y riqueza de su inspiración es ciertamente impresionante. Como siempre sucede en su cine, lo que se pone bajo la lupa son los engendros de las dinámicas de poder, las formas de control, las relaciones morbosas, los abusos. Kinds of Kindness  es una película episódica con títulos engañosos, pero compacta en sus intenciones. El primer episodio habla de una relación tóxica en el lugar de trabajo. El segundo es una relación tóxica entre una pareja. El tercero es una relación tóxica dentro de una estructura religiosa. Los temas son perfectamente contemporáneos y la estrategia estilística es siempre la misma: la denuncia queda congelada por el humor negro pero el material sigue siendo repugnante, y la complicidad que la película pide al espectador con su persuasiva puesta en escena , sus interludios sorprendentes (que tienen muchos puntos (al igual que el cine de Quentin Dupieux) y su cinismo sonriente, sirve para desencadenar un mecanismo de duda primero y luego de rechazo. Escuchar las reacciones en la sala suele funcionar.

Frente a las parábolas congeladas de Lanthimos, que hacen de lo obsceno la norma , el espectador debe estar siempre activo, porque siempre debe afrontar un doble juicio: de sentido y de moralidad. Y lo que es desestabilizador, en este doble proceso, es que su cine nunca permite con la excepción de Pobres criaturas, que sigue siendo su obra más convencional y, de hecho, moralista) la catarsis, y termina cada vez con el mismo giro: es los abusadores y no los abusados ​​quienes conocen la verdad de la historia, quienes dan forma a la realidad. Esto le quita la circularidad a sus parábolas y la obviedad de sus intenciones, pero no debería confundir a nadie que observe su cine. Gran cine .

Fotos: Getty Images

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