Crítica: ‘Amén. Francisco responde’

Jordi Évole y el Papa Francisco

★★½/★★★★★

Desde que, hace ya una década, el Papa Francisco tomase el relevo de Benedicto XVI, se ha dicho y escrito mucho acerca de la modernización que el actual arzobispo de Roma habría sido capaz de traer a la tan anquilosada Iglesia Católica. Dado su carácter afable (“el papa campechano”, lo llaman algunos), los medios de comunicación han mostrado siempre un gran interés por escuchar las palabras del pontífice, quien, por su parte, tampoco ha dejado de manifestar una clara voluntad de “acercarse al pueblo”.

En España, el reputado periodista Jordi Évole ha llevado a cabo algunas de las entrevistas más recordadas con Bergoglio. Dos, concretamente. La primera tuvo lugar en el Vaticano, en 2019, justo antes de que Évole dejase Salvados. Al año siguiente, en plena pandemia, el periodista se citó de nuevo con el más alto cargo de la institución eclesiástica, esta vez de forma telemática, para hablar sobre la crisis sanitaria que había terminado por desembocar en un confinamiento mundial forzoso. Tres años después de aquel encuentro virtual llega a Disney+ Amén. Francisco responde, el tercer acercamiento de Évole al pontífice. 

Esta vez, sin embargo, el periodista permanece fuera del cuadro: son diez jóvenes de toda clase y condición quienes toman asiento ahora frente al arzobispo con el objetivo de abordar cuestiones tan problemáticas para el cristianismo como la pornografía, el aborto o las identidades sexuales. El punto de partida es interesante. También lo es (sin duda, lo que más) escuchar a los más jóvenes, que, si bien arrancan con cierta timidez, terminan por tomar las riendas de una conversación en la que el Papa se limita, la mayor parte del tiempo, a ejercer como (excelente) escuchador. 

Menos interesante es lo atropellado de su montaje (siempre más cercano al lenguaje del documental televisivo que al del cinematográfico), que fragmenta excesivamente las intervenciones, dando en todo momento la impresión de que queda poco espacio para las respiraciones, los silencios, las miradas. Las dudas (las de quienes habitan la pantalla, sí, pero también las nuestras).

La impresión final es la de un Papa moderno (en las formas); un hombre inteligente en el uso de la palabra y consciente de la importancia de mostrarse amigo del diálogo (lo cual no necesariamente implica un menor conservadurismo, el cual queda claramente de manifiesto en varios momentos). También la de una juventud dispuesta a mirar de frente y directamente a los ojos a una figura de poder que, hasta hace no tanto, parecía intocable.

Lo mejor: Que Évole haya logrado sentar al Papa frente a los jóvenes. Que el primero se haya mostrado dispuesto a ello; que los segundos tengan tantas preguntas que hacerle.

Lo peor: Su escaso interés formal y el inevitable escepticismo que suscitan este tipo de propuestas.

Poster 'Amén. Francisco responde'

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