★★★
Ser expulsado de la infancia antes de tiempo es un cruel castigo que ningún niño debería verse obligado a padecer. Anzu, gato fantasma, primer anime que dirigen conjuntamente los japoneses Nobuhiro Yamashita y Yôko Kuno, sitúa en su centro a Karin, una niña de once años que, dadas las tristes circunstancias que la rodean (su madre acaba de fallecer y su padre no ha dudado en abandonarla), debe entrar de sopetón en el mundo adulto de los problemas, los desencantos, las nubes grises. En su vida aparece un buen día Anzu, un extraño gato fantasma que, de espíritu disfrutón y un poquito sinvergüenza, se limita a pasarla bien y hacer en todo momento lo que le place. Inicialmente, ambos chocan dados sus temperamentos antagónicos; sin embargo, poco a poco irán conociéndose hasta terminar congeniando: Anzu, que tiene poderes mágicos debido a su condición espectral, se decide a ayudar a su desdichada amiga adentrándose junto a ella en una suerte de “Más Allá” y permitiéndole encontrarse una vez más con su madre, a la que echa tanto de menos. Será durante este periplo, rebosante de aventuras, peligros y personajes de lo más variopinto, cuando la jovencísima Karin recuperarará la inocencia y el espíritu lúdico que, como niña, continúan correspondiéndole, pero que sus complicadas circunstancias le habían arrebatado injustamente mucho antes de lo debido. En línea con esta defensa de la espontaneidad, la frescura y el entusiasmo con que los niños tienen derecho a experimentar el mundo antes del advenimiento de las responsabilidades propias de la vida adulta, la película de Yamashita y Kuno se articula como un encantador despliegue (a veces grotesco, a veces tierno) de formas y colores donde fantasía y realidad se confunden y en el que se hibridan las formas propias de la animación tradicional en dos dimensiones con imágenes de acción real pasadas por rotoscopia. El resultado, pese a resultar en ocasiones algo endeble y aturullado en el plano narrativo, es, la mayor parte del tiempo, luminoso, divertido y encantador.
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