★★★/★★★★★
En Mazey Day, cuarto episodio de la sexta temporada de Black Mirror, seguimos los pasos de una joven estrella del cine que, una noche de tormenta y bajo los efectos de un psicotrópico, atropella a alguien y se da a la fuga, tras lo cual comenzará a ser perseguida por un grupo de deleznables fotógrafos de la prensa rosa.
Considerado por muchos como el episodio más flojo de esta sexta temporada (e, incluso, como uno de los peores de toda la serie), Mazey Day es, al menos en la opinión de quien escribe, un divertido ejercicio de género más que defendible que, además, corre el riesgo de abrir nuevos caminos para esta ficción episódica al no tratarse de otra parábola distópica sobre los peligros de la tecnología (¿quizá las claves del terror sean más acertadas para hablar de la degeneración humana que las propias de la ciencia ficción?).
Es cierto: Brooker juega al despiste y sostiene todo el relato en la única baza de un giro final sorprendente que podría tildarse de caprichoso. Y sí: hace trampas. Y también: es ciertamente perezoso en su pretendida sátira del voyeurismo de los paparazzis (como contrapunto en este sentido, véase la excelente Delirious, de Tom DiCillo, estrenada en el año 2006).
Sin embargo, Mazey Day no deja en ningún momento de ser plenamente consciente de su propia naturaleza de Serie B y de los códigos genéricos de los que dispone. Así lo dejan ver su tono pulp, lo breve de su duración (apenas 40 minutos) y esa explosiva, arrolladora y sangrienta clausura, a medio camino entre Carpenter y Craven, que da la vuelta a la tortilla y termina convirtiendo el episodio en un pasatiempo juguetón que difícilmente no hará disfrutar a quienes aman el cine de género más desprejuiciado.
Lo mejor: El riesgo que toma al abrir nuevos senderos para la serie, alejándose de la habitual ciencia ficción distópica y adentrándose de lleno en los códigos del terror.
Lo peor: Las tan odiosas como inevitables comparaciones.
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