Crítica: ‘Blue Beetle’

Blue Beetle

★★/★★★★★

Por Elena de Torres

La primera aparición de Blue Beetle fue en 1936 en la editorial Fox Comics. Se trataba de un policía novato que tomaba una «vitamina» que le concedía fuerza y que contaba con la ayuda de un vecino farmacéutico para combatir el crimen.

A mediados de los 50, Fox Comics cerró y vendió los derechos de Blue Beetle a Charlton Comics.

En 1967, Charlton introduce en la historia a Garrett, un arqueólogo que encuentra en Egipto un artefacto mágico con forma de escarabajo. Más tarde, Ted Kord, un estudiante de Garrett, le releva tras su muerte. Kord era un inventor, que usaba una gran variedad de aparatos.

Cuando se produjo el cierre de toda la línea de superhéroes de Charlton Comics, sus derechos fueron vendidos a DC en 1983. Es así como, en 2006, DC introduce un «nuevo» Blue Beetle: el adolescente Jaime Reyes, interpretado en la película por Xolo Maridueña.

Jaime Reyes es un joven recién licenciado y lleno de aspiraciones que, al regresar a Palmera City, descubre que su hogar no sigue exactamente cómo lo dejó. Ya no tanto desde un punto de vista ciudadano, que también, sino desde la red de cuidados que es para él su familia.

Decidido a permanecer allí, junto a ellos, el destino interviene y Jaime llega a tener bajo su resguardo el Escarabajo, una antigua reliquia de biotecnología que le elige como huésped. Es así cómo empieza a adquirir extraños e impredecibles poderes, convirtiéndole en Blue Beetle.

Desde aquí y hasta el final, estamos ante una historia de superhéroes como cualquier otra, repleta de lugares comunes. No hay nada que no hayamos visto ya: los buenos son muy buenos, los malos son muy malos y entre medias hay alguien que quiere cambiarse de bando. Además de un argumento terriblemente predecible en el qué y en el cómo.

Si la debilidad de Superman es la kryptonita, la de Jaime Reyes es su familia, perteneciente a la comunidad latinoamericana y de la que el filme se enorgullece con acierto, mostrando costumbres y tradiciones. Quizá sea este el único motivo por el que la película no caiga en el olvido.

La sensación al estar en la sala de proyección, escuchando algún mensaje antibelicista («no quiero disparar, no le quiero matar») y observar a su vez al clan familiar, me hacía cuestionar quién es el verdadero target de Blue Beetle. No creo que sean los fanáticos de Marvel y DC sino más bien familias que van a pasar un rato junto a sus hijos, y de paso escuchar gags malos.

Lo mejor:  La familia mexicana

Lo peor: Nada nuevo bajo el horizonte.

 

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