Crítica ‘Bodegón con fantasmas’: Una dulce comedia negra sobre el miedo a la muerte

Hoy llega a los cines la comedia negra costumbrista 'Bodegón con fantasmas', ópera prima del cineasta Enrique Buleo.

★★★½

Surrealista, macabra, triste y, finalmente, tierna, dulce incluso. Así es la primera película de Enrique Buleo (Cuenca, 1979), cineasta que, tras ocho años de andanzas en el mundo del corto, se pasa ahora al metraje largo con una película episódica desbordante de mala leche que, situada en el contexto costumbrista de la España despoblada, indaga en nuestro inevitable miedo a la muerte. Planificada con sumo mimo, Bodegón con fantasmas encuentra un complicado equilibrio entre el frío distanciamiento característico de autores como Ulrich Seidl, cineasta tan brillante como cruel en su clínica disección del malestar contemporáneo (y de quien Buleo se confiesa fiel admirador), y esa deformación hiperbólica y grotesca de la realidad tan propia del esperpento, tradición estética puramente española cuyo origen se remonta hasta las Luces de bohemia valleinclanescas. Mediante cinco historias cortas ubicadas en la Castilla rural, Buleo explora, con un plausible y muy calculado manejo del humor absurdo, el desamparo de las gentes de edad avanzada que se ven en la tesitura de mirar cara a cara a la muerte. Los temas, al final, acaban siendo universales: en su película (cuyo título provisional era Sainetes del más allá) están la soledad, la pérdida, el miedo, la vergüenza, la búsqueda del amor… Y nuestro apego a determinadas creencias atávicas para sobrellevar el hecho de que, tarde o temprano, terminaremos por desaparecer. El gran mérito de Buleo es, a través de un planteamiento visual pictórico y unas interpretaciones marcadas por el hieratismo (en este sentido, las huellas de Roy Andersson se perciben también en la película), acercarse a lo trascendente desde una ligereza que, lejos de resultar frívola o caer en la crueldad, acaba por ser delicada e, incluso, luminosa.

© REPRODUCCIÓN RESERVADA