Crítica ‘Concrete Utopia’ (Festival de Sitges)

Crítica 'Concrete Utopia' (Festival de Sitges)

★★½/★★★★★

Seúl es sacudida por un brutal terremoto que reduce la ciudad a escombros. Tan solo un edificio se mantiene en pie tras la catástrofe: un rascacielos que, incomprensiblemente, permanece intacto en mitad de un mundo en ruinas y en el que, poco a poco, comienza a tomar forma una nueva sociedad organizada que terminará por revelar los horrores y las miserias de la condición humana.

Ya desde su planteamiento, la surcoreana Concrete Utopia desprende el aroma de un relato distópico mil veces visto: de igual forma que Bong Joon-ho en su Snowpiercer o Ben Wheatley en su High Rise (este último partiendo de la novela de James G. Ballard), el cineasta Um Tae-hwa pretende aquí articular un discurso sobre la lucha de clases (y, más en concreto, sobre la crisis global de los refugiados) encerrando a sus personajes en un único espacio en el que, alegóricamente, cristalizan las barreras que separan a “los de arriba” de “los de abajo”.

Pese a su falta de originalidad, su desarrollo previsible y su escaso interés narrativo (en tanto que relato coral, la película acaba adoleciendo de excesivos puntos de vista), el segundo largo de Um Tae-hwa (cineasta que comenzó su carrera como ayudante de dirección de Park Chan-wook) se deja ver con relativo interés gracias a la liviandad de su propuesta, al buen oficio de su director a la hora de filmar la acción y a sus impresionantes efectos especiales.

Con todo, la impresión final es que aquí faltan muchas cosas (inventiva visual, más confianza en el espectador y un par de dosis de delirio) y sobran otras tantas (subrayados discursivos, resoluciones fáciles y, todo sea dicho, un buen puñado de minutos).

Lo mejor: Funciona como entretenimiento fácilmente digerible.

Lo peor: La sensación permanente de déjà vu.

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