Crítica ‘Damsel’: todo termina con la premisa

Damsel

Con Damsel, Netflix trae a la plataforma otra película que parece escrita con algoritmos: da un vuelco a algunos arquetipos fantásticos, pero todo se agota en la premisa y lo que queda es un filme sin chispa y lastrado por soluciones narrativas ridículas y una puesta en escena pobre y lustrosa. La presencia de Millie Bobby Brown tampoco ayuda: no es (todavía) una actriz que pueda llevar una película por sí sola.

★★/★★★★★

Por Cristiano Bolla

Llega a Netflix la película Damsel, una nueva fantasía protagonizada por Millie Bobby Brown (Eleven en la serie Stranger Things) como una princesa que se salva de las garras de una dragona que escupe fuego y a la que fue sacrificada tras un matrimonio concertado con un príncipe de otro reino. Se trata de un nuevo intento de la plataforma por ampliar su biblioteca de contenidos con una película de género protagonizada por estrellas; pero una vez más el resultado es pobre y desalentador.

De hecho, se reiteran todos los principales defectos de las producciones de Netflix, que parece cada vez más incapaz de encontrar un término medio entre el cine de serie b de antaño y las grandes películas de autor con las que intenta aspirar al Oscar cada año -este año con Maestro, en años pasados con Roma, The Irishman y Mank-. Es decir, falta un equilibrio de producción sustancial entre esas obras que parecen escritas con algoritmos y los proyectos con una evidente vena artística.

Por curiosidad y diversión, antes de escribir esta reseña probamos a usar ChatGPT y pedimos a la inteligencia artificial generativa que nos ayudara a escribir el argumento de una película que quería dar un vuelco a los cánones clásicos del género fantástico. Ya desde el primer borrador, clavó 2-3 elementos que forman parte de Damsel, como la presencia de una madrastra que ya no es malvada sino benévola y, sobre todo, interesada en el bien de sus hijas adquiridas. Damsel, de principio a fin, parece precisamente eso: una operación cuidadosamente planificada y equilibrada, una inversión de perspectiva que, sin embargo, tiene poco de novedosa. Es una nueva La princesa, pero sin siquiera la ambición de saquear una película como The Raid para dar al público un poco de diversión de acción.

En Damsel , en cambio, todo se sale ya de la premisa: Elodie es dada en matrimonio a un príncipe de un reino que parece magnífico, pero resulta que en realidad en su reino sacrifican princesas al dragón que vive en la montaña cercana y a partir de ahí todo queda en manos de la joven. De ella depende salvarse, demostrar que ya no es un país para viejos estereotipos de género, etc.

Eso es todo. No hay ni un parpadeo en los (en gran medida predecibles) giros argumentales, y por lo demás Damsel consiste en escapadas improbables de la criatura y trucos que calificar de estúpidos no es un insulto, sino una apreciación técnica. La dragona es capaz de oler la presencia de sangre real no la suya en princesas arrojadas al pozo, pero si éstas se esconden tras una roca a cinco metros de distancia, de repente se convierte en el más intrincado mapa de Find Wally imaginable. Este es uno de tantos ejemplos, pero por mencionar uno más: Elodie está atrapada en una cueva, ¿cómo escapará? Gracias al práctico y detallado mapa que le dejó una princesa anterior con una evidente pasión por el urbanismo y la espeleología. ¿De verdad?.

Además de la flagrante artificialidad de la trama y de las pobres soluciones escénicas, a las que no ayuda en absoluto el pobre CGI y la lustrosa fotografía, por desgracia también es la propia Millie Bobby Brown quien lastra Damsel. Quizá haya llegado el momento de admitir que la estrella de Stranger Things (por ahora) no es una actriz que pueda llevar sobre sus hombros el peso de una película, especialmente en solitario.

No es capaz (todavía) de dar ningún tipo de matiz a sus personajes: ya sea Enola Holmes o la princesa Elodie, por mucho que ella misma dijera que se sentía como un Tom Cruise femenino, lo que da la cara es siempre Millie Bobby Brown con un traje diferente; sus expresiones de miedo son falsas, e incluso molesta su forma de comentarlo todo para romper el silencio y guiar al espectador como si fuera una niña de cuatro años a la que constantemente tiene que contarle todo, pero todo.

Con Damsel, Netflix vuelve a jugar mal la carta del cine de género con una gran estrella al frente. También ocurrió hace poco con la película de atracos con Kevin Hart, Lift, pero los ejemplos se acumulan y la sensación es que, más que a la princesa, es al espectador a quien hay que rescatar esta vez.

 

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