Crítica de ‘Eddington’: Pueblo pequeño, infierno grande

Crítica de ‘Eddington’: Pueblo pequeño, infierno grande

Eddington

Joaquin Phoenix es la imagen y voz de la paranoia actual en el thriller sobrepasado de Ari Aster.

★★★

Mayo de 2020, en un pequeño pueblo de Nuevo México, llamado Eddington, plena pandemia. Algunos se toman muy en serio los mandatos de seguridad, mascarilla, distancia personal… Otros, como el sheriff (Joaquin Phoenix) cree que todo eso es una exageración. No parece ir tan lejos como su suegra o su mujer (Emma Stone) en pensar en conspiraciones, pero todos esos pensamientos vuelan por ese microcosmos en el que también estalla el Black Lives Matter y las tensiones crecen.

Pueblo pequeño, infierno grande, como dicen. El sheriff, además, tiene una enemistad con el alcalde actual (Pedro Pascal) y, lleno de rabia, decide presentarse él también a las próximas elecciones. En ese momento, sí que arranca una escalada de desconfianza, odio y venganza (elevada cuando la mujer del sheriff le abandona por un líder espiritual, al que da vida Austin Butler) que acabará en un baño de sangre.

Desde que estrenara Hereditary (2018) y después con Midsommar (2019), Ari Aster se convirtió en maestro de un cine movido por las ansiedades, angustias y miedos, un cine de tensión psicológica que, al mismo tiempo, sabía muy bien jugar con cierto humor negro y exageración.

En su anterior filme como director Beau tiene miedo (2023) encontró en Joaquin Phoenix el perfecto compañero para ese extraño tono suyo de humor, paranoia y crítica. Era aquella una película tremendamente críptica e inalcanzable en la que Aster se colocaba en ese lugar muy apreciado por muchos de la polarización, como director controvertido que despierta pasiones y también odios. Y ahora, en su cuarto filme, Eddington, estrenado en el pasado Festival de Cannes, Aster vuelve a contar con la confianza de Joaquin Phoenix para seguir ahondando en ese estado polarizado y extremo del mundo.

Es esta una película nacida en la pandemia, con unas reflexiones que en estos años sólo se han exacerbado hasta límites terroríficos. Aunque Aster juega mucho hasta llegar al extremo, lo que cuenta, no parece estar tan lejos.

La película arranca muy bien, quizá es este su filme más divertido, gracias a un Phoenix con perfecto tempo cómico que clava su sheriff descerebrado, pero en seguida parece perder el rumbo y abrazarse a la exageración en este retrato del EE UU actual.

El sheriff es víctima y verdugo de un sistema de autócratas que manejan los hilos para seguir construyendo sus centros de poder económico y control ideológico por todo el país. Antifa, MAGA, la extrema división de la sociedad… El racismo y lo políticamente correcto. Todo cabe en una película que se alarga excesivamente y va perdiendo su sentido del humor a medida que avanza.

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