Crítica de ‘Las delicias del jardín’: Divertida, entrañable, libre, muy Colomo

Crítica de ‘Las delicias del jardín’: Divertida, entrañable, libre, muy Colomo

Las delicias del jardin

Padre e hijo, Fernando y Pablo Colomo, escriben esta comedia, divertido retrato del cada vez más absurdo mundo del arte.

★★★½

Hay en Las delicias del jardín un amor absoluto por el arte y por el cine, pero bien entendido, el que es libre y se quiere libre. Las delicias es jardín es, además, una película muy personal para Fernando Colomo, su guionista, director y protagonista, la primera y última labor las ha hecho mano a mano con su hijo, Pablo. Es personal, por eso, porque la han trabajado juntos y en ella han volcado su forma de ver este arte en el que les cuesta verse representados.

Colomo padre es Fermín, un pintor abstracto que vivió un mejor momento, ahora, arruinado, acepta participar en un prestigioso concurso que les propone darle una vuelta a El jardín de las delicias, de El Bsoco. Lo acepta, invitado por su ex mujer y galerista (Carmen Machi) y apoyado por su hijo que acaba de volver de la India, tan perdido y arruinado como él. El hijo (al que también da vida Colomo hijo) se da cuenta de que el temblor que tiene en la mano es la razón por la que hace tiempo que sólo pinta versiones de Pollocks, y le ayuda con el concurso.

Las conversaciones y discusiones entre padre e hijo son divertidas y entrañables, sinceras, parecieran que muy reales y a la vez improvisadas. Toda la película (también esos encuentros fortuitos con el amigo, interpretado por Antonio Resines; o con esos artistas y youtubers reales que se interpretan a sí mismos) se mueve muy libre y felizmente, gracias a esos móviles con los que José Luis Alcaine nos enfoca todo lo que asoma en pantalla. El resultado es una comedia muy Colomo, con interesantes reflexiones e incluso algunas buenas carcajadas de chistes fáciles y no tanto.

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