La protagonista de esta secuela, Los Súper Elfkins, es una divertida elfa con buenos ejemplos.
A Helvi le gusta la acción, le gusta la aventura y le gusta ayudar. Lo último es el deber y razón de ser de todos los elfos como ella. Tal y como los imaginamos, los Elfkins son duendecillos mágicos de esos que por las noches terminan de coser vestidos, encuentran algo que habías perdido… pero la familia de Helvi es muy cauta y tradicional, ayuda, pero sin meterse en demasiados líos, siempre lejos de los humanos, siempre tomando el camino seguro, a la pequeña no le puede parecer más aburrido y se encuentra cada vez más fuera de lugar entre los suyos hasta que se encuentran en su ciudad, Colonia, otra familia de Elfkins totalmente opuesta: tienen muchos gadgets tecnológicos y su lema es divertirse siempre. Encantada, Helvi se muda con ellos y se hace amiga de Bo que, como ella, tampoco está de acuerdo en lo que hacen sus colegas.
Entre los dos, abiertos a cambiar, convencerán a sus familias de que lo mejor es mantenerse unidos, colaborar y ayudar juntos. Unos y otros ceden algo hasta encontrar ese punto en común que les haga a todos felices.
Los Súper Elfkins es, por eso, una perfecta película para niños de cualquier edad. Desde bien pequeños. Tiene la dosis justa de acción y diversión, personajes simpáticos, con un mensaje que los un poco más mayores podrá entender bien.
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