★★★
A medio camino entre el homenaje íntimo y el estudio sociológico, Temps mort rastrea las huellas difusas de Charles Thomas, figura fulgurante del baloncesto europeo cuyo descenso a los infiernos resulta tan abrupto como insondable. Félix Colomer, con el pulso seguro que ya demostrara en trabajos anteriores, teje un documental de formas clásicas —material de archivo en Super 8, bustos parlantes, animación, reconstrucciones ficcionales— al servicio de una narración que nunca pierde el equilibrio entre el rigor y la emoción. El relato de Thomas, que pasó de ser ídolo deportivo a desaparecer durante tres décadas, toca fibras universales: la fragilidad del éxito, la adicción, el abandono, la reinvención. La cámara de Colomer, respetuosa y atenta, sortea todo aspaviento y sentimentalismo dejando el espacio necesario para que los vacíos de la historia oficial hablen; es en esa tensión entre lo visible y lo elidido donde Temps mort cobra una hondura inesperada. La película avanza con nervio, con un ritmo que despierta un interés creciente sin perder nunca la mesura, y encuentra en su clasicismo formal no una limitación, sino una herramienta poderosa: lo importante aquí no es innovar, sino contar bien. Y Colomer lo hace admirablemente.
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