★★★/★★★★★
Por Cristiano Bolla
Entre los méritos que más se le reconocen al cine de Quentin Tarantino está su capacidad para llevar a la gran pantalla un lenguaje y una mirada que se sale de sus propias fronteras. Prueba de ello es que para la comedia de acción de Jon Watts protagonizada por George Clooney y Brad Pitt se eligió el título Wolfs: Lobos solitarios, una referencia bastante explícita a ese señor Lobo que en Pulp Fiction resolvía proverbialmente los problemas.
Eso es exactamente lo que hacen los dos personajes interpretados por las estrellas de la saga Ocean’s, juntos de nuevo en un plató por primera vez desde 2008 y después de Quemar después de leer. Una larga, muy larga pausa (en realidad interrumpida por la experiencia de doblaje para IF – Los amigos imaginarios de John Krasinski), una historia que parece diseñada precisamente para celebrar su reencuentro y su química.
Clooney interpreta a un facilitador profesional contratado para encubrir un crimen de alto nivel. Pero cuando aparece un segundo facilitador (Pitt) y los dos "lobos solitarios" se ven obligados a trabajar juntos, su noche se descontrola de un modo que ninguno de los dos esperaba.
Ambos se ven obligados a trabajar juntos por razones quizá demasiado tenues o absurdas para sostener toda la estructura narrativa, pero como se trata de una comedia de acción, se les puede perdonar. Lo que se suponía que iba a ser un simple encargo, sin embargo, se convierte en una pesadilla cuando descubren que en esa habitación no sólo hay el cadáver de una persona, sino también algo que puede ponerles en grave peligro. Es el comienzo de una aventura nocturna en el transcurso de la cual ambos descubren que no, que en realidad no son los únicos «lobos» del lugar.
Wolfs: Lobos solitarios gira enteramente en torno a la reticente relación entre las dos grandes estrellas de Hollywood, que deben parte de su fortuna también a los resultados de la trilogía de Steven Soderbergh, que los consagró como una de las parejas más unidas de la industria, capaces de traspasar la pantalla y restablecer un sentimiento de auténtica amistad e intimidad entre sus personajes. Aquí, sin embargo, son polos opuestos en términos de simpatía, pero está claro que son dos caras de la misma moneda: los mejores momentos de la película de Jon Watts son precisamente las risas que despiertan los sketches entre el Sr. Clooney y el Sr. Wolf, cuando descubren que comparten amistades, metodologías de trabajo e incluso pequeños gestos o problemas.
El lado cómico queda así bien cubierto y encerrado gracias a la recién descubierta pareja hollywoodiense. El lado de la acción, en cambio, tiene más carencias: algunas secuencias en las que intervienen no sólo Clooney & Pitt sino también el joven Austin Abrams pueden percibirse como excesivamente insistentes, hasta el punto de perder adrenalina e implicación. Ni siquiera la anodina trama de thriller que sirve de pretexto para armar todo el tinglado está perfectamente encuadrada, pero en este caso se entiende el deseo de mantenerla deliberadamente vaga, para dar oportunidad a que ambas se solapen a la hora de explicar el misterio y crear una nueva situación cómica de mérito.
Wolfs rastrea cierto cine que ha tenido fortuna a lo largo de las décadas del siglo pasado: desde Dean Martin y Jerry Lewis, Walter Matthau y Jack Lemmon, pero también Richard Pryor y Gene Wilder y todas esas parejas protagonistas de buddy movies. George Clooney y Brad Pitt tienen ahí ese potencial, en cuyo caso quizá se habrían beneficiado de una película que los hubiera realzado aún más. Podrían, sin embargo, resarcirse en la secuela ya anunciada y en la que quién sabe si no veremos, aunque sólo sea para un cameo, al Sr. Lobo original, Harvey Keitel.
© REPRODUCCIÓN RESERVADA