Crítica: ‘Descansa en paz’

Descansa en paz crítica

★★★/★★★★★

En un caluroso día de verano en Oslo, los muertos despiertan misteriosamente, y tres familias se ven sumidas en el caos cuando sus seres queridos fallecidos vuelven a ellos. ¿Quiénes son y qué quieren?

Si por algo destaca esta adaptación de la novela homónima de John Ajvide Lindqvis (autor cuya prosa, por cierto, ha dado ya lugar a dos excelentes películas en el pasado: Déjame entrar, de Tomas Alfredson, y Border, de Ali Abassi) es por la fuerza expresiva de su puesta en escena. Y es que la ópera prima en el largometraje de la cineasta noruega Thea Hvistendahl es una auténtica apuesta por el lenguaje del cine: despojada de todo código literario, la admirable destreza narrativa de su joven directora se sustenta en una confianza absoluta en las formas fílmicas

Así, rehuyendo los diálogos explicativos, en Descansa en paz (un relato sobre el dolor de la pérdida que recuerda, en su planteamiento, a la excelente novela de Stephen King Cementerio de animales) son las imágenes las que hablan: lo profundamente desolador del relato emerge de su textura árida y granulada; de su luz mortecina y fría; de su cadencia reposada, de aura fantasmal; de la arquitectura interna de sus composiciones, abarrotadas de cuadros dentro de cuadros y de líneas verticales que cercenan el espacio y aprisionan a sus personajes en la cárcel sin barrotes del desconsuelo.

Por desgracia, y tras un primer acto sensacional (una auténtica clase magistral de montaje paralelo, con tres tramas independientes excelentemente ensambladas gracias a una sintaxis visual y sonora muy minuciosa), el relato comienza a desinflarse. Y, aunque nunca llega a desaparecer su atmósfera perturbadora y enigmática, sí termina por hacerlo nuestro interés en aquello que se nos cuenta, una vez descubrimos que, en realidad, la película no tiene demasiado que decir al respecto. Pese a todo, como experiencia estética merece, sin duda, la pena.

© REPRODUCCIÓN RESERVADA