★★★
A la manera de un collage audiovisual en el que las fronteras entre géneros se disuelven y entremezclan, Deuses de Pedra, ópera prima en el largo del gallego Iván Castiñeiras (Ourense, 1980) producida por el también cineasta Ángel Santos (Las altas presiones), se articula como una indagación dialéctica en las raíces y la memoria de un territorio. Ambientada en la provincia de Tras-Os-Montes, comunidad rural en la que convergen Galicia y Portugal, la película de Castiñeiras, filmada en soporte fotoquímico a lo largo de 15 años, huye de toda convención narrativa para retratar el pulso entre pasado y futuro en una tierra en la que las tradiciones atávicas permanecen vivas pese a la tendencia globalizante que parece afectar hoy día a cada rincón del mundo. Castiñeiras evita en todo momento tanto las imágenes de archivo como la recreación historicista del pasado, haciendo convivir en un mismo tiempo lo ancestral con lo contemporáneo (una suerte de "presente histórico" que pone en duda la idea de progreso, entendiendo que el pasado, lejos de ser inmóvil y estático, se activa al ser pensado desde el presente, proyectándose con ello hacia el futuro). El resultado es un ensayo cinematográfico de aroma mitológico tan fascinante como hermético, profundamente heterodoxo en sus formas, y que termina alzándose como un poético alegato político “hecho con las manos”; una fiel defensa de la tierra, la semilla, la raíz y la belleza de lo rudimentario que mira con recelo hacia un futuro (un presente) cada vez más empeñado en forzar la extinción de las identidades folclóricas.
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