Crítica ‘El problema de los 3 cuerpos’: puede presumir de lo mejor de los productos de Netflix

problema

★★★/★★★★★

Por Cristiano Bolla

Cuenta atrás completada. Ha llegado a Netflix una de las series más esperadas del año: El problema de los tres cuerpos, adaptación de la novela de ciencia ficción escrita en 2006 por la autora china Liu Cixin, una saga que cuenta con ilustres admiradores y cuya complejidad le ha valido la peligrosa etiqueta de «no apta».

Han intentado retirarla autores muy conocidos en el panorama televisivo, como David Benioff y D. B. Weiss, show-runners del Trono de Hierro, junto a Alexander Woo, pero el resultado de su operación sigue siendo difícil de calcular. Lo que hace que la serie sea perfectamente temática.

El problema de los tres cuerpos es un relato de la llamada ciencia ficción dura. En la primera novela, titulada Memoria del pasado de la Tierra, se cuenta cómo la humanidad ha entrado en contacto en secreto con una civilización alienígena que vive en un sistema compuesto por tres estrellas similares al Sol, cuyos movimientos impredecibles provocan, sin embargo, una enorme inestabilidad.

La adaptación de Netflix se mueve entre el pasado y el presente, siguiendo por un lado la historia del astrofísico chino que entró en contacto por primera vez con los alienígenas y, por otro, los acontecimientos en el presente de cinco científicos que viven en primera persona las consecuencias de esos hechos.

Muchos de los personajes se han condensado (y occidentalizado), pero el núcleo narrativo y temático sigue siendo el mismo: en el fondo, en efecto, hay sugerencias que a partir del encuentro con civilizaciones extraterrestres apuntan hacia una reflexión antropocéntrica o misántropa, según el punto de vista, tocando temas como el libre albedrío, la conciencia y la responsabilidad colectiva hacia la propia especie y el mundo que habitamos -con inevitables escarmientos morales sobre los daños del cambio climático causado por el hombre-.

No es, sin embargo, una serie excesivamente filosófica, como se ha convertido a la larga Westworld, por ejemplo: trata de mantener en equilibrio el deseo de dar peso narrativo y profundidad a la historia con la necesidad de ofrecer un producto de entretenimiento que trate de seguir el estándar de producción de la plataforma pero que también -al mismo tiempo- se distancie de él todo lo posible.

En esto, la nueva serie está en consonancia con su contenido: al igual que es científicamente imposible calcular la evolución futura de un sistema de tres cuerpos en astrodinámica, es igualmente complicado por el momento entender qué impacto tendrá el show en la plataforma.

Se intuye claramente que detrás de El problema de los 3 cuerpos hay una intención de producción diferente, un deseo de lanzarse a un género (la ciencia ficción dura) que hasta ahora no ha sido especialmente afortunado para el gigante del streaming, sobre todo en comparación con lo que está haciendo su competidor AppleTV+ en el mismo campo. Dark dio en el clavo pero dividido, así que aquí tenemos un producto con un fuerte atractivo internacional, con unos valores de producción descomunales pero que sigue envuelto en la manta de Netflix (para bien o para mal).

Es, en efecto, una serie estimulante, que siembra pistas y puntos de interés con la promesa (a veces cumplida con demasiada precipitación) de llevar al paciente espectador a alguna parte. Exige atención, pero no demasiada, porque la base científica está ahí, pero a veces parece salirse del campo para superar a la magia. Todo el compartimento técnico (dirección, fotografía, efectos especiales) está un paso por encima de la producción televisiva media, pero no demasiado refinado como para desmarcarse por completo del resto del catálogo. Es un título que puede presumir de lo mejor de los productos Netflix (la rápida capacidad para atrapar al espectador) y al mismo tiempo de sus peores defectos (la molesta narrativa y la pátina fotográfica)

El impacto real, por tanto, es difícil de evaluar, pero la sensación es que la nueva serie puede representar en cierto modo una solución más que un problema para Netflix. Si los guionistas consiguen manejar este delicado juego de equilibrios precarios, entonces la audiencia tendrá una serie que probablemente no será la nueva Lost, pero que defenderá bien la categoría y acercará a los espectadores al ciclo original de la novela. Pero este es un escenario que sólo el algoritmo de Netflix puede llegar a calcular…

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