★★★½/★★★★★
La historia de Elemental acontece en Ciudad Elemento, una gran urbe donde conviven, no sin dificultades, habitantes de fuego, agua, tierra y aire. La protagonista del relato, Candela, una joven de fuego fuerte, ingeniosa y con carácter, conoce un día a Nilo, un joven de agua divertido, sensible y tranquilo, que, contra todo pronóstico, terminará modificando su perspectiva sobre el mundo en el que ambos viven.
El largometraje número 27 de Pixar es otro gran logro del estudio que, aún quedando muy lejos de filmes como Up, Inside Out o Wall-E (el listón está muy alto: en opinión de quien escribe, las mencionadas son tres de las mejores películas en lo que va de siglo), es un auténtico prodigio narrativo y estético al que quizá podría achacarse, a lo sumo, un insuficiente desarrollo conceptual (la Ciudad Elemento en la que tiene lugar la historia no es tan rica en detalles como otros de los mundos posibles planteados por Pixar en el pasado).
Pese a lo cojo y ligeramente desdibujado de dicho universo, Pixar acierta al probar suerte con las claves genéricas de la comedia romántica (piénsese en Los padres de ella o en los excelentes guiones de Richard Curtis para Notting Hill o Cuatro bodas y un funeral) con el objetivo de hablar acerca del miedo y la manera en que éste nos paraliza: el terrible pánico al cambio, a equivocarnos, a tomar las riendas de nuestra propia vida, a decepcionar a quienes nos educaron, a terminar solos y olvidados. Y también, claro, el miedo absurdo e irracional al diferente por cuestiones étnicas o religiosas, problemática que en la película cristaliza en la (a priori) imposible comunión entre dos elementos tan opuestos como el fuego y el agua.
Porque el fondo de Elemental es el mismo que, desde el estreno en 1995 de la imprescindible Toy Story, ha venido atravesando todos los trabajos del estudio de animación (un discurso que, dado el reciente auge de la extrema derecha en los países del “primer mundo”, se antoja hoy más necesario que nunca): la colectividad (diversa, unida, desprejuiciada) terminará siempre por triunfar sobre la supuesta autosuficiencia del individuo.
Lo mejor: Es divertidísima y cuenta con un puñado de escenas genuinamente hermosas.
Lo peor: Inevitablemente, compararla con las grandes obras maestras de Pixar la convierte en un filme menor.
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